Fallos en el arranque de la unidad de refrigeración de la sala de control, andamios instalados durante casi un mes sin la pertinente evaluación de seguridad, mangueras que impiden el cierre de compuertas de ventilación, el uso de instrumentos inadecuados para medir el nivel del agua, errores de montaje de componentes o problemas con el sistema contra incendios de la sala de cables. Son solo algunas de las 75 anomalías que, durante los últimos tres años, los inspectores residentes o visitantes de la Central de Almaraz han notificado al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN).

Estos 75 hallazgos --como se denominan en el sector-- son el resultado de las inspecciones que se realizan constantemente en la planta, bien por parte de los inspectores permanentes o bien por los que envía el Consejo de forma periódica. Pero además, constituyen uno de los aspectos más analizados en los últimos meses por el CSN para determinar si la central está en condiciones de seguir operando 10 años más, como han solicitado sus propietarios al Gobierno. El consejo regulador ya tiene en su poder los resultados del examen al que ha sometido a la central y, antes del 8 de mayo, su pleno debe emitir un dictamen técnico. Si el informe es positivo, el Gobierno decidirá si prorroga el permiso de explotación de Almaraz hasta el año 2020. Si resulta negativo, la planta deberá echar el cierre en junio.

La dirección de la planta es optimista y resta importancia, en primer lugar, a la cifra de hallazgos. Porque aunque se trata de incumplimientos de la normativa vigente o anomalías en estructuras, sistemas, componentes, materiales, actividad operativa, procedimientos e incluso en las condiciones de trabajo del personal, la central extremeña no se encuentra entre las más problemáticas en este ámbito. "La media del sector es de 44 incumplimientos por reactor", explican responsables de Almaraz. En su caso, la Unidad I ha registrado 37 hallazgo desde principios del 2007, y la Unidad II, 38.

Estos registros la sitúan en un punto medio en comparación con el resto de instalaciones nucleares españolas. Así, los reactores almaraceños están por debajo de los tres catalanes (Ascó I, con 67 anomalías detectadas; Ascó II, con 50; y Vandellós, con 74). Por contra, presentan más notificaciones que Garoña (29) y Trillo (24) y similares datos que la valenciana de Cofrentes (37).

SOBRE SEGURIDAD Otro aspecto a tener en cuenta, al margen del estrictamente estadístico, es la gravedad de esos incumplimientos. En el caso de Almaraz, todos los hallazgos han sido catalogados por el CSN con el nivel verde de gravedad --hay cuatro grados: verde, para incumplimientos de bajo riesgo; blanco, en casos de riesgo moderado; amarillo, para los de gravedad importante; y roja, para situaciones de riesgo muy elevado para la instalación--. "Esto indica que la importancia que han tenido para la seguridad de la central ha sido muy baja", insisten responsables de la planta extremeña, que subrayan que el funcionamiento y los resultados de los dos reactores han sido "muy positivos" durante estos últimos tres años.

Muy distinta es la lectura de los grupos antinucleares y ecologistas. Para ellos, una sola anomalía detectada por los inspectores implica una gravedad alta, dados los efectos que puede tener un accidente nuclear sobre las personas y el entorno.

En este sentido, el aspecto que más preocupa es el de los ámbitos donde se han registrado esos hallazgos. Así, de las 75 anomalías notificadas al CSN, la inmensa mayoría (57) afectaban a los denominados como "sistemas de mitigación de daños al núcleo del reactor", o lo que es lo mismo, mecanismos de emergencia como los sistemas de refrigeración, evacuación, alimentación de agua, parada del reactor o control del material radiactivo.

Del resto, una decena de ellos podrían dar lugar a problemas que obligaran a parar o reducir la producción eléctrica. Siete más se detectaron dentro de los sistemas que controlan el comportamiento de la vaina de combustible, la barrera de presión y de la contención del reactor. Y por último, se registró una incidencia en el sistema de protección radiológica de los trabajadores. En este caso, fue hace casi un año, el 10 de marzo del 2009, cuando los inspectores encontraron agua en el suelo procedente de una bomba del sistema de evacuación de calor. La sustancia, según el CSN, procedía de una tubería y era potencialmente radiactiva, aunque posteriormente el Consejo determinó que no supuso ningún riesgo de exposición radiactiva para los trabajadores.

Estos hechos constituyen un motivo de preocupación para los conservacionistas y, junto a los últimos incidentes registrados en la planta, "vuelven a poner de manifiesto lo poco fiable de esta instalación, envejecida y que se encuentra al final de su autorización de explotación". Por ello reclaman al Gobierno que no prorrogue el permiso de explotación y decrete el cierre de la central para el próximo mes de junio.

32 INCIDENTES Al margen de estas anomalías registradas por el trabajo de los inspectores, Almaraz y el resto de centrales españolas vienen sufriendo diversas incidencias que, en mayor o menor medida, han condicionado su funcionamiento. Son incidentes o accidentes que deben notificar obligatoriamente al CSN y que pueden suponer cierto riesgo para la operatividad de la instalación. De hecho, todas han tenido que parar su reactor ante este tipo de imprevistos durante los últimos 12 meses, excepto Cofrentes, que no pasa por este trance des julio del 2008.

No obstante, las dos unidades de Almaraz son las que muestran como la mayor fiabilidad del sector en España. El reactor I ha registrado 14 sucesos notificables desde el 2007 hasta hoy, por los 18 de la Unidad II. Solo Trillo (19) y Garoña (22) están en esos guarismos, mientras que las plantas de Vandellós (41) y Ascó I (48) y Ascó II (55) se muestran como las más problemáticas.