Mérida fue ayer durante todo el día una ciudad paralizada y solidarizada con el dolor por las víctimas del atentado terrorista. Por la mañana la ciudad se paralizó durante quince minutos y el silencio fue la respuesta al brutal atentado en Madrid. Por la tarde, sencillamente, impresionante.

Desde muy temprano se palpaba en el ambiente que las muestras de solidaridad no iban a faltar, y por la mañana un millar de personas en la Plaza de España --entre ellas políticos, los líderes sindicales y personas de la cultura--, los principales locales del centro cerrados y las concentraciones en los colegios e institutos demostraron que los emeritenses están contra el terrorismo.

Algunos establecimientos encendieron velas delante de sus escaparates y hubo varias concentraciones espontáneas, como la sucedida en el instituto Santa Eulalia, donde 1.500 alumnos se reunieron en el salón de actos con el lenguaje de signos como únicas palabras, en medio de las lágrimas de muchos de ellos.

La emoción se dejó sentir a lo largo del día en la ciudad, pero especialmente emotivo fue el paro registrado en la estación de Renfe, donde un centenar de trabajadores se mordían la lengua para contener la impotencia. Los trenes desde la capital extremeña a Madrid salen con normalidad, según explicó el presidente del comité de empresa de Renfe en la provincia de Badajoz, Manuel Nicolás, que no supo calificar lo sucedido en Madrid, y que dijo que los empleados de las estaciones "somos igual de vulnerables que cualquier ciudadano de este país ante quienes no tienen escrúpulos".