El Pentágono había preparado la invasión de Irak en la confianza de que las tropas norteamericanas serían acogidas por la población como libertadoras. En realidad, "nos hemos topado con oposición en cada pulgada, cada milla, de nuestro avance", según el coronel Ben Saylor, jefe de la Primera División de Marines que marcha penosamente hacia la ciudad de Kut, hostigada por las emboscadas de grupos armados irregulares y de restos de las unidades militares iraquís que sobrepasaron en su prisa por llegar a Bagdad.

Unos 150 kilómetros por detrás de las fuerzas del coronel Saylor, en la ciudad de Nasiriya (265.000 habitantes), la unidad de marines Tarawa sigue enzarzada en el quinto día de lucha casa por casa. Al norte de allí, combatientes iraquís surgen del interior de la población de Samawah para atacar a los soldados norteamericanos que suben por la Ruta 8 hacia Najaf. En esta última localidad, los milicianos resisten con fuego de armas ligeras el cerco de la Tercera División de Infantería.

FRENTE DE 450 KILOMETROS

Es la cruenta guerra de las ciudades, en las que nadie sabe cuántos de sus residentes han sido víctimas del fuego cruzado entre las fuerzas invasoras y los soldados iraquís. Una contienda para la que no se habían preparado los estrategas del Pentágono que enviaron sus columnas blindadas en una veloz carrera hacia Bagdad, con el fin de "decapitar" a Sadam Husein, rebasando las posiciones iraquís a toda velocidad.

Ahora, los jefes militares norteamericanos se encuentran con que tienen un Ejército relativamente pequeño extendido en un frente de 450 kilómetros de longitud a lo largo del río Eufrates, y tienen que forzar las líneas de avituallamiento. Para abastecer una división son necesarios unos 7.000 vehículos de transporte de agua, víveres, combustible y munición, que se convierten en blancos fáciles para las incursiones enemigas. Esta semana, la Tercera División ha ido muy corta de agua y alimentos, mientras la Primera División de Marines estaba casi sin carburante.

FALTA LA CUARTA DIVISION

De pronto, los altos mandos del Pentágono se han convencido de que la guerra de Irak seguramente durará meses y requerirá muchas más fuerzas de las que ahora hay sobre el terreno. El ataque relámpago sobre Bagdad que habían planeado se ha calado y todos los estrategas admiten que habrá que esperar a la Cuarta División de Infantería --que no estará en posición de combate con todo su armamento y material hasta mediados de abril-- antes de lanzar el asalto de la capital.

Entretanto, la guerra de las ciudades somete a la población iraquí a crecientes penurias. La Primera División de Marines cruzó Qalat Sukar disparando contra las ventanas de la calle principal, después de que la guerrilla urbana de Nasiriya les causara dos docenas de bajas en la mayor derrota hasta ahora de la campaña. Al sur, Basora sigue asediada por el oeste, sometida al fuego artillero británico y con graves carencias de agua, luz y alimentos.

TENACIDAD INESPERADA

Aunque lo que más desconcierta a los invasores es que miles y miles de iraquís --mal armados y equipados-- están combatiendo con una decisión y una tenacidad totalmente inesperadas. En una ocasión, 20 guerrilleros atacaron de frente un batallón blindado de marines. Sólo 8 sobrevivieron a la primera salva de fuego graneado, pero se levantaron de inmediato para cargar de nuevo.

En una acción bélica extremadamente inusual, dos tanques pesados M1 Abrams --el blindado más poderoso y resistente del mundo-- fueron destruidos en el campo de batalla el martes pasado. Ahora, los mandos militares sobre el terreno están convencidos de que no pueden ir al asalto de Bagdad sin antes eliminar la mayor parte de las fuerzas iraquís que les hostigan en el sur.

Pero la guerra de las ciudades tiene más peajes. "Digamos que estrangulamos Najaf" --planteaba un alto oficial al diario The Washington Post --. "Entonces, tendremos a las 600.000 personas de la ciudad y las comarcas aledañas, de las que seremos responsables de alimentar y proporcionar agua y asistencia médica". Algo que puede llegar a ser imposible para un Ejército que empieza a tener dificultades para atender sus propias necesidades básicas. Porque en los estudios previos del Pentágono sobre la campaña bélica, se consideró la contingencia de que los iraquís presentasen una firme resistencia, "pero nadie se la tomó muy en serio", reconoció el militar al Post .

El presidente norteamericano, George Bush, proclama que la guerra "continuará hasta la victoria, todo el tiempo que sea necesario para liberar al pueblo iraquí y derrocar a Sadam Husein, no importa lo que tardemos". Pero a los iraquís no les está beneficiando mucho esa liberación . Y, si se prolonga mucho, padecerán una catástrofe humana de proporciones terroríficas.