La investigación del caso de los llamados safaris de Monterrubio de la Serena no ha logrado demostrar las sospechas que se abrieron gracias a los indicios hallados en la zona y a los testimonios de algún colaborador del propio Manuel Domínguez.

El caso más claro es el de las supuestas cacerías de lobos. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado sospechaban que entre el el 2004 y el 2005 llegaron a la finca extremeña en torno a un centenar de estos animales procedentes de Alemania, Austria, Francia y España.

La propia sentencia explica que en la finca de Domínguez se hallaron restos de tres ejemplares de lobo, al tiempo que está probado que el empresario compró al menos una docena de lobos en Alemania entre enero y marzo del 2005. El problema es que no se ha demostrado qué ocurrió con esos animales.

Lo mismo ha ocurrido con una tigresa fallecida el 24 de noviembre del 2005 "por motivos no determinados" y que fue trasladada desde la finca de Manuel Domínguez a su domicilio, sin que haya aparecido su cadáver.

Con todo, finalmente la condena se refiere a un delito no continuado y se centra, únicamente, en la cacería que interrumpieron los agentes de la Guardia Civil el 3 de diciembre del 2005.

Y eso a pesar de que fuentes del entorno más cercano del propio empresario cinegético ahora condenado habían llegado a afirmar que estos safaris se habían venido celebrando en Monterrubio de forma ininterrumpida durante más de cuatro años. Estas mismas fuentes explicaron entonces --en octubre del 2006-- que además de tigres y leones se habían abatido en la finca extremeña otra decena de especies, entre ellas jaguares, gamos, pumas y cebras.

Este testimonio, que también llegó hasta la Guardia Civil pero no pudo ser demostrado en la investigación previa y ni siquiera llegó al juicio, señalaba que los precios oscilaban entre los 300 euros de un gamo y los 10.000 de tigres y jaguares.

Otras de las líneas abiertas fue la identificación de los cazadores que aparecían junto a Domínguez en fotografías localizadas en casa y en las que posaban junto a animales exóticos abatidos. Aunque tampoco esta investigación llegó a buen puerto.