Hace ya casi nueve años que Joao Caramelo, un portugués nacido en Luxemburgo hace 37 años apasionado, puso sus ojos en Extremadura. En el 2002, justo al acabar su carrera universitaria en Lisboa, comenzó a buscar trabajo en Badajoz. Tan solo había realizado prácticas como profesor en un instituto de la capital lusa y estaba pendiente de conocer su puesto como interino en la educació portuguesa. Disfrutaba de las vacaciones de verano en Campo Maior, el municipio donde residía su familia, cuando decidió sondear el mercado laboral pacense. Y ahí, en la ciudad extremeña, empezó a impartir clases de portugués. Hoy es docente de alemán en el Conservatorio Superior de Música.

Joao, que también presta servicios de traducción a empresas e instituciones, reconoce que trabajar en España tiene ciertas ventajas para un ciudadano portugués: "a nivel económico, los sueldos están mejor remunerados en la mayoría de las profesiones, aunque el coste de vida también es más alto. Y en otro nivel, Extremadura ha permitido desarrollar mi profesión y mis proyectos de cara al futuro".

Sobre los motivos de la escasa inserción de extremeños en el mercado laboral luso, apunta que una de las circunstancias que puede estar influyendo es "el idioma, aunque afortunadamente cada vez hay más extremeños que hablan portugués". Conocedor del contexto, aprecia que "los empresarios aún no contemplan la necesidad real de traducir sus textos en las relaciones entre los dos países". "Para comerciar con Portugal no sólo hay que contar con que los portugueses van a entender a los españoles. Porque a los portugueses les gusta que los españoles hagan un esfuerzo por hablar su lengua", explica.

Ante esta situación, Joao confía en que la creación de la eurorregión Euroace (Alentejo-Centro-Extremadura) contribuya a avanzar en las relaciones bilaterales en todos los ámbitos y suponga un "mar de oportunidades para los que hemos hecho del conocimiento entre españoles y portugueses nuestro medio de vida".