Hay sectores que se están viendo directamente perjudicados por el incremento de la actividad sumergida. José Antonio es taxista en Cáceres, donde sufre, al igual que todos sus compañeros que ejercen de forma totalmente legal, la presencia de taxis piratas que les roban los clientes.

Aunque ya lo han denunciado en muchas ocasiones, asegura que hay personas, principalmente de pueblos cercanos a la ciudad, que prestan servicio a sus vecinos con sus vehículos particulares. Se trata en su mayoría de taxistas ya jubilados que mantienen la actividad pese a que no cotizan a la Seguridad Social, no pagan impuestos, licencias ni IVA. "Ya los conocemos, pero no podemos hacer nada. Actúan sobre todo en el hospital y en las estaciones de tren y autobuses"

El modus operandi es muy sencillo. Los clientes que necesitan viajar a la ciudad para ir al médico o coger un tren, llaman a estos taxistas ilegales y les pagan una cantidad convenida que siempre va a ser inferior a la que les cobraría un coche regular, puesto que no tiene que asumir gastos, salvo el del carburante. José Antonio asegura que esta situación se viene dando desde hace tiempo, pero resulta muy complicado evitar su actividad porque hay que detectarlos en pleno servicio, y además resulta muy complicado demostrar que están cobrando por realizar un trayecto hacia la localidad en la que reside.