--La reunión del PSE con Batasuna, aunque solo sea para pedirle que rechace la violencia, ¿no legitima como interlocutora política a una formación ilegalizada?

--No caigamos en la simplificación de las palabras. Todos sabemos que existe algo que se llama la izquierda aberzale, con unos representantes que en su día formaron un partido ahora ilegalizado. Y a esos representantes, a ese conjunto de ciudadanos, se les dice que deben rechazar la violencia y aceptar las reglas del juego democrático, donde libremente podrán defender todas las ideas que quieran.

--Si ese mensaje ya se ha transmitido en público, ¿por qué el PSE ha decidido hacerlo cara a cara?

--Tras haberse producido hechos tan relevantes como el alto el fuego permanente, el PSE, que viene trabajando mucho por el fin de la violencia, toma la decisión de decírselo directamente a Batasuna para que lo vean los ciudadanos y quienes apoyan a la llamada izquierda aberzale. Es un gesto que no solo hay que respetar, sino que será positivo si, lógicamente, tiene resultados favorables.

--Sin embargo, el mero anuncio de esa futura cita con Batasuna ha generado una gran polémica.

--Se han producido reacciones insólitas, porque esa reunión nada tiene que ver con el terreno en el que estamos, en el que comunicaré al Congreso el diálogo con ETA para el fin de la violencia. Esto es al margen. Se hubiera producido o no esa iniciativa del PSE, la negociación con ETA, que es el problema de fondo, tiene un recorrido y unas condiciones claras que espero que todo el mundo apoye. Hay que tener perspectiva. Cuando hablé del horizonte de paz se me acusó de ingenuo, de no saber adónde iba, de dar bazas a los violentos... Pero ahora hay un alto el fuego permanente, la mejor oportunidad para lograr la paz. No consentiré que nadie la ponga en cuestión. No consentiré que los ciudadanos pierdan esta oportunidad.

--Rajoy amaga con retirarle su apoyo si el PSE habla con Batasuna.

--El jefe de la oposición no puede hacer política por impulsos sin un mínimo de reflexión, aún menos en un tema en el que todos estamos implicados. La responsabilidad de acabar con la violencia trasciende a un partido, a un momento político e incluso a las próximas elecciones.

¿Cómo puede romper y retirar su apoyo a un proceso de paz sin antes llamarme por teléfono para que le aclare qué representa esa reunión y su alcance? Primero hay que reflexionar y escuchar, y luego decidir. Cuando en política primero se decide y luego se reflexiona, las cosas no suelen llegar a buen puerto.

--¿La actitud del PP puede ralentizar el proceso? ¿Podría demorar la fecha en que anunciará al Congreso el inicio del diálogo con ETA?

--La fecha no va a cambiar...

--¿Y cuál es esa fecha?

--Entenderá que antes debo comunicarla formalmente, pero sí le digo que ni el PP ni ningún partido tendría que poner trabas al inicio de un diálogo encaminado al fin de la violencia. Haré cuanto esté en mi mano para aclarar a Rajoy lo que estime por conveniente, pero fíjese que ha anunciado la ruptura antes de que empiecen los contactos con ETA. Sin que haya pasado nada real ni tangible, el PP dice que rompe. No quiero sacar conclusiones; que lo hagan los ciudadanos.

--Defina "fin de la violencia". ¿Debe haber un comunicado de disolución de ETA o bastaría con una comunicación verbal al Gobierno?

--Sé que la pregunta puede tener un gran interés periodístico y puede dar lugar a muchas especulaciones, pero desde mi perspectiva no hay un modelo que podamos preestablecer. Al final, el fin de la violencia depende de la voluntad de quienes la han practicado. Esa voluntad habrá que manifestarla; tengo ideas al respecto, pero sería poco sensato que las explicara en este instante.

--Recientemente ha advertido de que el final de ETA requerirá generosidad. ¿Está preparada la sociedad española para asistir a la excarcelación de presos etarras con delitos de sangre a sus espaldas?

--La sociedad española ha demostrado estar preparada para ganar la convivencia y cerrar un proceso tan duro y dramático como ha sido el de la violencia de ETA durante tantos años. En estos momentos es prematuro y absurdo hablar de posibles medidas de reinserción. Eso solo se podrá hablar, evaluar y valorar en función de cómo discurra el proceso. Con mucha calma, con mucha responsabilidad y con mucha sensibilidad, a la que todo el mundo debe contribuir.

--¿Coincide con Baltasar Garzón en que los jueces deben tener en cuenta el alto el fuego en sus actuaciones?

--Quizá el único que no deba pronunciarse en ningún caso sobre lo que debe hacer o no el poder judicial sea el presidente del Gobierno.

--Aunque el jueves se libraron de la cárcel, los dirigentes de Batasuna han alertado de que las actuaciones judiciales contra ellos pueden dar al traste con el proceso de paz. ¿Le inquietan esas amenazas?

--Las rechazo, me parecen absurdas. El proceso de paz trasciende la decisión de cualquier órgano judicial, que no pueden determinarlo ni condicionarlo. Seguro que no lo hará.

--Si la negociación con ETA y el diálogo político son simultáneos, ¿no pueden contaminarse entre sí?

--La negociación con ETA se centrará exclusivamente en el fin de la violencia, y la mejor mesa para la política son los parlamentos. La política tiene su ámbito institucional y sus interlocutores, que son los partidos reconocidos legalmente y que aceptan las reglas del juego. Pero el diálogo con ETA será sobre la desaparición de la violencia.

--Lo que pasa es que ETA, en una reciente entrevista, seguía condicionando el fin de la violencia a la autodeterminación y la anexión de la Navarra. Parece que las dos mesas de diálogo se mirarán de reojo.

--El diálogo político se ha mantenido cuando ETA estaba activa y producía muchísimo dolor, y también hace año y medio, con el plan Ibarretxe. En cada reunión del presidente con el lendakari o con otros dirigentes vascos se habla del futuro de Euskadi. El diálogo político está siempre abierto, pero no será con ETA.

--El PNV y Batasuna reivindican el derecho de los vascos a decidir su futuro y que el Estado lo respete. Planteado así, ¿qué lo diferencia del derecho de autodeterminación?

--Los vascos, como los catalanes, decidirán su futuro dentro de la legalidad, que es la única manera de decidir. La democracia se basa en dos pilares: la voluntad del pueblo y las reglas, la legalidad. Ninguna se antepone a la otra. Por supuesto que, si el proceso político evoluciona, en el futuro los ciudadanos vascos decidirá, pero siempre dentro de la legalidad. Eso es elemental, es básico.

--Pero el nacionalismo vasco rechazan injerencias del Estado...

--Cuando se habla del derecho a decidir, ¿qué se quiere decir? ¿Que se quieren recontar las identidades? A una sociedad plural como la vasca no se la puede exponer a un choque de identidades, no se la puede obligar a contar si uno se siente de una manera u otra. Eso es un inmenso error. Las identidades están para compartirse y acordarse. Se debe llegar a un acuerdo entre los partidos que refleje lo más posible lo que es Euskadi y su relación con España dentro del Estado. Lo otro es un camino radicalmente equivocado.

--¿Qué mayoría requiere Euskadi para refundar su convivencia?

--Una mayoría amplia, que refleje la pluralidad: la identidad más cercana a lo que representa el nacionalismo y la que está más cercana a un autonomismo avanzado. Una mayoría que cruce los espectros ideológicos, y no digo transversal porque me suena muy mal. Una mayoría que atraviese. Y si atraviesa, une, como el hilo que es capaz de coser. Si solo llega hasta la mitad, rompe, divide y separa.