LUGAR DE NACIMIENTO AVILA

FECHA 1972

ESTUDIOS LICENCIADO EN CIENCIAS FISICAS POR LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA.

PROFESION ES PROFESOR DEL IES SAN MARTIN DESDE EL CURSO 1999-2000. UN AÑO DESPUES SE HIZO CARGO DE LA DIRECCION DEL CENTRO

El Instituto de Enseñanza San Martín de Talayuela es un centro joven. Puesto en marcha en 1997, desde el curso 2002/2003 desarrolla un Plan de compensación educativa para el alumnado inmigrante. La labor de su profesorado fue reconocida ayer con la Distinción honorífica María Antonia Fuertes, otorgada por la Facultad de Formación del Profesorado de la Uex. El director del centro, José Roberto Bayón, fue el encargado de recogerla.

¿Cuál es la principal problemática de un centro que, como el IES San Martín, tiene un 25% de alumnado inmigrante?

--Sobre todo el idioma, porque es imposible enseñar a alguien que no conoce tu lengua. Todas nuestras actuaciones iniciales están pensadas para que estos alumnos aprendan lo mínimo necesario para poder seguir luego las clases en español. Una vez que ya saben el idioma, llega otro problema, el de los conocimientos, porque a veces se trata de alumnos que no han estado escolarizados, o sólo han ido a las escuelas coránicas. En este sentido, son más problemáticas las asignaturas de letras que las de ciencias. En Marruecos, por ejemplo, hay una gran tradición en matemáticas.

¿Cambia en algo la formación que recibe el resto de alumnos?

--Aquí son dos los objetivos. En primer lugar, intentamos mantener la calidad educativa. Que nosotros tengamos un 25% de alumnos inmigrantes no tiene por qué perjudicar el nivel de la formación que recibe el resto del alumnado. En segundo, buscamos aprovechar esta misma circunstancia para fomentar la interculturalidad.

¿Cuánto puede durar el periodo de adaptación necesario para un alumno inmigrante?

--Con el plan de compensación que desarrollamos, nos damos un máximo de dos años para que el alumno esté normalizado. Sin embargo, esto es algo que depende mucho de cada persona: algunos en menos de seis meses están ya en una aula normal y otros, tras dos años, todavía siguen con carencias.

Por lo general, ¿resultan más conflictivos que otros?

--No. Antes, cuando el sistema de atención era diferente, sí que ocurría, pero es algo lógico: un alumno que está seis horas en un aula sin entender el idioma puede dar problemas, aunque sólo sea por el aburrimiento.

¿Suelen implicarse las familias de los alumnos extranjeros en la enseñanza de sus hijos?

--Por desgracia, las familias inmigrantes tienen muchas veces problemas económicos o de vivienda que hacen que la educación de los hijos no sea su mayor prioridad. Por este motivo, nos cuesta que los padres acudan al centro o que sus hijos lleven el material escolar. Sin embargo, hay un cambio de tendencia y cada vez son más las familias que se preocupan de ello. El otro problema que se presenta vuelve a ser el idioma, ya que necesitamos la ayuda de traductores para poder hablar con los padres.

¿Cómo ve la inclusión de una asignatura de religión islámica en centros donde la presencia de musulmanes sea alta?

--No es mala idea y creo que está de acuerdo con el ordenamiento constitucional español. El problema es cómo se contrata y cómo se controla a este tipo de profesores. Creo que, cuando un profesor imparte una asignatura tan delicada como es la religión, debe de existir un control por parte del ministerio o de la consejería para saber quién está dando estas clases y qué se está enseñando en ellas. Además, los requisitos académicos deberían ser los mismos que se exigen a un profesor de religión católica.