Juan Jesús Collado es uno de los extremeños pioneros en agricultura ecológica y uno de los promotores del tejido empresarial que está surgiendo en la región. Su empresa, Ecoficus, produce higos, bombones y tartas que cada vez son más apreciados en el extranjero.

--¿Qué ha ocurrido en la región para que se produzca esa reducción de superficie dedicada a agricultura ecológica?

--Hace unos ocho años salió un decreto de medidas ambientales que daba subvenciones a los agricultores que registraran su explotación y siguieran métodos de agricultura ecológica. Un organismo inspeccionaba que los agricultores hicieran todo conforme al reglamento europeo. Con ello, después de tres años, se obtenía la calificación de agricultor ecológico (AE). Lo que ha ocurrido es que se apuntó mucha gente porque daban subvenciones y sólo han estado cinco años, que era lo obligatorio, otros se encontraron con muchas limitaciones.

--¿Entre esas limitaciones estaba la carencia de mercado?

--Una de las condiciones que puso la Junta, algo lógico por otra parte, era que el productor ecológico tenía que vender su producción como ecológica y nos encontramos que en la región no teníamos empresas que comercializaran estos productos. Pero hace poco se han empezado a crear una serie de empresas, digamos que ha surgido un pequeño tejido empresarial. Con la colaboración de la Dirección General de Comercio y Fomento de Mercados estas empresas extremeñas han empezado a salir al exterior y a vender sus productos en Europa. Al principio no nos conocíamos entre nosotros, empezamos a coincidir fuera y decidimos crear un consorcio para facilitar toda esta labor.

--Pero Extremadura no está siguiendo la misma tendencia del resto del país.

--El mercado extremeño ha ido a la inversa que el internacional. Mientras fuera crecía la demanda aquí no teníamos tejido industrial y ahora que lo tenemos el problema es que se ha reducido considerablemente la superficie destinada a agricultura ecológica. Y ahora estamos descubriendo que nuestros productos tienen una gran aceptación en el extranjero.

--¿En qué dirección se debe trabajar ahora?

--Es necesario que la Administración regional motive de nuevo a los agricultores para que vuelvan a introducirse en esto. Pero, además, hace falta que estemos coordinados para tirar del carro, tenemos que aprender a vender. Es cierto que desde la Junta también nos están ayudando subvencionándonos el coste de las empresas que tienen que certificar nuestros productos para que puedan ser aceptados y vendidos en los mercados de Estados Unidos, Suiza y Japón, ya que allí tienen su propia normativa.

--¿Cómo debe afrontar la región el reto ante los nuevos países de la UE como Polonia, Hungría y la República Checa con una importante industria verde?

--Hoy hay muchas zonas que pueden ser competitivas. La salida es buscar productos terminados que sean propios, es decir, que nosotros podamos ocupar un segmento de mercado que los demás no sepan ocuparlo. Un ejemplo es lo que ocurre con la gastronomía extremeña, con nuestros jamones ibéricos y nuestros quesos, son únicos. Lo mismo ocurre con productos como los higos y las aceitunas.

--¿Está concienciado el consumidor con este tipo de productos y con sus precios?

--La concienciación va cada vez a más, aunque fuera de España es mayor, ya que son países con una industrialización mayor y valoran mucho más un producto que se ha obtenido mediante métodos naturales y que tiene que ser más caro a la fuerza, ya que requiere mayor trabajo que en la agricultura convencional. Al final lo que le define es el sabor, es más sabroso.