Su familia lleva un siglo de feria en feria. El es ya la tercera generación y le ha tocado vivir una época complicada. Sus hijos vienen detrás. Julio Naranjo es un feriante de Badajoz que también está sintiendo la crisis. Según él la actividad se ha reducido en torno al 20% en el último año. Acaba de recoger sus atracciones en Fuenteovejuna y ya están a pleno rendimiento en Azuaga para las fiestas que se celebran hasta el 18 de agosto. "El calendario está fijado para todo el año y nos llaman para que vayamos a otros pueblos, pero lo cierto es que el público ha bajado", apunta Julio. Tanto, que sus beneficios son entre 1.500 y 3.000 euros menos por feria que otros años.

Además algunos ayuntamientos han subido sus tasas a los feriantes entre un 5% y un 10%, dice, porque necesitan dinero. Depende del pueblo, pero por atracción llegan a pagar unos 2.000 euros, a lo que hay que añadir gastos de transporte, montaje... "y todo con un IVA mayor desde este verano". "Muchas veces te sale lo comido por lo servido, pero hay que montarlo todo porque las ferias están más flojas que otros años". Y es que la crisis afecta a todos. "La juventud ya no va con la misma alegría y si se montan lo hacen solo una vez porque salen con la mitad de dinero y se quedan más tiempo de botellón", explica.

Esta situación no es exclusiva de Extremadura. Naranjo también trabaja en Andalucía y allí la historia se repite. En Ceuta tienen ahora mismo el gusano y la barca de agua. Dos atracciones que asegura están menos favorecidas que otras, como las que tiene en Azuaga, dos autos de choque. Montarse en estos últimos cuesta lo mismo que el resto, entre 2 y 2,50 euros --precios que se mantienen, "subir no podemos"-- pero en cada auto se montan dos personas por lo que el precio se reduce hasta el euro por cabeza. "Además es una atracción para todos, no como el saltamontes por ejemplo que es más para la juventud". Los autos de choque son con los tradicionales caballitos y las norias, los que mejor resisten. Peor paradas salen las tómbolas. "Lo tienen muy difícil porque el género es caro y hay mucha competencia".

Con unas ferias "más sofisticadas", Naranjo cree que esta mala racha pasará y pide a los ayuntamientos que sean conscientes de que lo tienen difícil al tiempo que pide que apuesten por las atracciones. "La música no divierte tanto como nosotros y encima a ellos tienen que pagarlos mientras nosotros pagamos para que el pueblo se divierta".