--Aparte de coordinar el PSOE en Extremadura también le tocará ponerse de acuerdo con el partido en otras regiones. ¿Cómo planea hacerlo en un escenario condicionado por la financiación autonómica?

--Es que tenemos tendencia a olvidarnos de las ideas para apelar a los intereses. Pero esto es legítimo, porque yo soy presidente de la Junta porque me han elegido los extremeños y hemos dicho siempre que sus intereses están por encima de cualquier otra cosa. Ahora, siendo así, lo que no se puede es abandonar las ideas para entregarte solo al territorio. Yo defiendo un modelo de España, que es el que defiende el PSOE, muy respetuoso con las identidades, con las lenguas y con la igualdad, que es el límite.

--Antes, para defender esa idea había barones. ¿Existen aún?

--El concepto de barones que había hace unos años, no. Quizá porque surgen a partir del momento en el que casi se tuvieron que hacer cargo del partido. Las circunstancias no son las mismas, no pueden ser igual de necesarias las baronías cuando teníamos tres presidentes autonómicos --Ibarra, Bono y Chaves-- que cuando tenemos diez.

--¿Pero la conflictividad que percibe la gente no haría aconsejable recuperarlos?

--No, yo lo que creo es que en estos momentos lo que hay que intentar es que el partido se mantenga fiel a lo que el propio partido ha decidido, es decir, a las resoluciones congresuales, en las que los conceptos de igualdad y solidaridad están muy claros.

--Si alguien no lo tiene claro ¿estaría dispuesto a recordárselo?

--Los liderazgos en general no son algo que uno busca. Estoy convencido de que Juan Carlos nunca buscó ser barón, lo fue por su manera de ejercer la política y su coherencia. No es cuestión de que yo llegue y diga: "oye, que yo quiero ser barón". El tiempo lo dirá.

--Entretanto, la reforma se condensa en un "todos contra todos". ¿No prendió la mecha el Gobierno socialista?

--No, el Gobierno socialista ha sido capaz de tener un discurso que se entienda en todas partes. Ahí está el resultado de las elecciones y el giro-maquillaje que el PP hace a partir de ahí no es casualidad, porque se han dado cuenta que no se puede tener mucha fuerza en unas comunidades a base de ninguna en otras.

--¿Pero no es difícil llevar ese discurso "que se entiende en todas partes" a la práctica ?

--Es que España no es fácil, tiene su complejidad. Y el desarrollo autonómico, que tanta prosperidad compartida ha traído, no es algo que se improvisa, es algo que construimos entre todos. Ahora viene un momento clave, que es la financiación, pero vamos a ver cómo termina. El Estatuto de Cataluña salió de allí de una manera y llegó de otra bien distinta.

El modelo de financiación será tanto más fácil de resolver cuanto más pensemos en las personas y no en los territorios o los políticos --en cómo voy a quedar yo o Montilla o Chaves--. Si pensamos en la gente, los dependientes, en los niños, en los mayores... vamos a encontrar solución. El problema es que no se habla de los cambios que ha experimentado España desde el 2001 (hay más población, más envejecida...). Si estuviéramos hablando de eso ya nos estaríamos de acuerdo, el problema es que hay gente que cuando habla del modelo de financiación habla de otra cosa.

--¿De qué?

--De elementos que no están en la Constitución, aunque estén en su Estatuto. Pero es que el Estatuto de Cataluña puede decir lo que quiera decir, que no obliga en el resto de España. Su problema no es de constitucionalidad, sino de interpretación. Si establece una bilateralidad en las relaciones con el Gobierno en la financiación y la ley orgánica establece una multilateralidad, hay que ver eso como se conjuga, y es conjugable. Yo me puedo poner de acuerdo con usted, pero eso tiene que caber dentro del modelo común. Y si no hay acuerdo, que es lo que ha pasado con el plazo del 9 de agosto. Eso demuestra que lo que dice el Estatuto catalán hay que interpretarlo también a los ojos de la Constitución.

--¿Quién apagará el fuego cruzado entre comunidades?

--Pero es que esto ha pasado siempre. Siempre que se debate sobre el modelo de financiación hay posicionamientos tácticos. Ahora ya, a medida que se acerca el momento de la decisión, nadie reivindica cuantías concretas.

--En ese despliegue, ¿no se convirtió Extremadura en el patito feo con las balanzas fiscales?

--No, Extremadura y el resto, nosotros no somos una excepción. Nosotros hemos manifestado nuestro profundo desacuerdo con las balanzas fiscales, pero no porque les tengamos miedo, sino porque son mentira. Y a eso nadie nos ha contestado.