La Comisión de Justicia del Congreso de los Diputados aprobó el pasado martes, con los votos en contra del Grupo Popular, el proyecto de ley que permitirá a las personas transexuales realizar un cambio registral de nombre y sexo sin necesidad de una intervención quirúrgica. Sin embargo, sí se requiere un diagnóstico médico y la constatación de que la persona ha sido tratada durante al menos dos años. El texto continuará su tramitación en el Senado.

Hasta el momento, Andalucía y Extremadura son las únicas autonomías en las que la sanidad pública asume el costo de una operación de cambio de sexo, un proceso largo en el tiempo y costoso en lo económico, mientras que en el resto de las comunidades la solución pasa, exclusivamente, por la sanidad privada.

Desde que la Administración extremeña asumió las transferencias de la cartera sanitaria en el 2002, cuatro personas se han acogido a una operación de cambio de sexo en la región. Extremadura fue el segundo territorio que incorporó este tratamiento a sus prestaciones, aunque los pacientes de esta comunidad han de trasladarse hasta el hospital Carlos Haya, de Málaga, para operarse.

Las peticiones cursadas en la región tuvieron lugar entre los años 2002 y 2004 y todas se corresponden con personas afincadas en la provincia de Badajoz. Fuentes de la Consejería de Sanidad han señalado que previa a admitir la demanda, los solicitantes deben someterse a un estudio exhaustivo. La reasignación de sexo requiere un tratamiento psiquiátrico y endocrinológico que dura por lo menos un año. En ese periodo el paciente se somete al test de la vida real que consiste en vivir conforme a las pautas del sexo que se desea asumir. Esta fase persigue un doble objetivo: poner a prueba la decisión del transexual y concienciarlo de que una vez que pase por quirófano, el cambio será irreversible.

Las personas que padecen el denominado trastorno de identidad de género son conscientes desde una edad temprana --los especialistas aseguran que incluso desde los cinco años-- de la disociación que se produce entre su cuerpo y sus sentimientos. Es entonces cuando aparecen los problemas de adaptación y la sensación de rechazo, que suele traducirse en una situación que en muchas ocasiones provoca un enorme sufrimiento, no solo en el transexual, sino en su entorno. La solución, la mayoría de las veces, pasa por una operación.

Pero no todos los transexuales que desean operarse lo consiguen. Los expertos estiman que en España hay algo más de 2.100 transexuales mayores de 15 años, e insisten en que, de esta cifra, tras el adecuado seguimiento y diagnóstico al que deben someterse, solo serían candidatos a la operación de cambio de sexo unas 400 personas.

En todo ello la función del psiquiatra es fundamental, ya que es el profesional que debe valorar si el transexual está preparado para dar el paso. Lo siguiente será el proceso de hormonación (para inhibir el vello o incrementar el tamaño de las manas en los hombre), siempre vigilado por un endocrino que controlará los cambios que se irán produciendo en el paciente. Al final se produce la intervención quirúrgica, a la que optan la mitad de los que han seguido el proceso, ya que no todos se sienten preparados para una operación de ese tipo y temen los resultados y las posibles complicaciones que pudieran aparecer después.