Laura Rodríguez sostenía en brazos a su hija Naiala, de un año, durante el acto castrense que ayer por la mañana sirvió de despedida a los soldados de la base de Bótoa que en unos días partirán rumbo al Líbano. Para ella no es nuevo, su novio participa por tercera vez en una misión de paz en el extranjero. Por eso, cree que sobrelleva mejor la situación de otras familias que se enfrentan a la despedida de sus seres queridos por primera vez. Su novio ya ha estado en Líbano e Irak, aunque reconoce que "esta vez será más difícil estar fuera unos meses por la niña".

"El no tiene miedo, las otras veces le ha ido bien, está contento y por eso vuelve", comenta Laura. La peor parte se la lleva la familia. "En casa lo llevamos mal, fatal, pero intentamos sobrellevarlo como podemos", explica. A pesar de que les cuesta asumir su marcha, "toda la familia lo apoyamos".