Los extremeños gastaron el pasado año algo más de 500 millones de euros en los distintos juegos de azar, según figura en la memoria de la Comisión Nacional del Juego, lo que supone un desembolso de 468 euros por persona.

El informe apunta que, pese a perder casi un 2%, las tragaperras siguen siendo, de largo, el juego preferido, y logran captar casi la mitad del gasto. Después figuraría la Lotería Nacional, que ronda los 73 millones, y experimenta un avance del 75; el bingo, que prácticamente se mantiene en torno a los 62 millones; el cupón de la ONCE, con casi 54 millones, aunque su demanda cae casi un 6%; la Primitiva, en la que se gastan 53 millones, y que también crece, y, finalmente, los dos juegos que más se recuperan. Por un lado, la Bono Loto, con 14 millones jugados, y que sube un 16%, y la quiniela, con menos de once millones, pero cuyo nivel de gasto crece el 17,5%.

En términos generales, el gasto en azar extremeño sube poco más del 1%. Mientras, a nivel nacional, el gasto global, de más de 26.700 millones de euros, se reparte y evoluciona de manera muy similar al extremeño, aunque cuenta con el añadido de los casinos, donde se gastan 2.000 millones, opción que aún no está disponible en Extremadura.

PAGO DE PREMIOS En cuanto al denominado gasto real en la región, es decir, las cantidades desembolsadas para poder jugar menos lo que se gana en premios, las cifras oficiales vienen a desmentir la creencia general de que nunca toca.

Así, este gasto real o efectivo se situaría en 165 millones de euros, lo que querría decir que los extremeños recuperaron unos 335 millones en premios.

GASTADO Y DEVUELTO Por juegos, las tragaperras devolvieron tres cuartas partes de lo jugado, mientras que la Lotería Nacional repartió 52 millones (unos dos tercios) de lo que se gastó. Por su parte, los bingueros recuperaron también dos tercios de lo gastado, y quienes apostaron por la ONCE, apenas la mitad. Otro tanto (mitad de gasto y mitad de premios) ocurrió con la Primitiva, la Bono Loto y las quinielas.

En términos generales, los premios hicieron que el gasto de cada extremeño en juego fuese de 202 euros, mientras que los 266 euros restantes los recuperó.

Por lo que se refiere a la evolución del sector, la memoria muestra que en la región se mantuvieron abiertas las ocho salas de bingo que ya existían, mientras que en toda España se cerraban 15. Cada una de estas salas extremeñas ganó 850.000 euros, muy por debajo de la media nacional, que se sitúa en casi un millón.

En cuanto a las máquinas, el estudio recoge en primer lugar las de tipo A, es decir, en las que se juega pero no dan premio, que han caído hasta las 6.233, es decir, 144 menos que el año anterior. Mientras, las de tipo B, las tragaperras, también descendieron, y ahora hay 5.388.

Por lo que se refiere al rendimiento económico de los tipos de máquinas, las de marcianitos consiguen alrededor de 1.200 euros por año cada una, lo que supone un total de 7,5 millones de euros. En cuanto a las tragaperras, su rendimiento es mucho mayor, y ronda los 10.700 euros por cada una, lo que supone unos ingresos de 57,6 millones de euros.

Finalmente, el estudio refleja que en la región permanecen abiertos 57 salones recreativos para máquinas sin premio y apenas seis dedicados en exclusiva a las tragaperras.