El mercado negro de piezas expoliadas de las iglesias de las pequeñas localidades extremeñas mueve al año varios millones de euros, según aseguran fuentes de la Guardia Civil a EL PERIODICO EXTREMADURA. Para frenar este continuo tráfico ilegal, las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado se ven casi impotentes ya que en la mayoría de los casos no existe una catalogación o baremación lo suficientemente fiable para dar con el paradero de estas antigüedades.

Tallas, pinturas, piezas de orfebrería o, incluso, campanas con una antigüedad de más de cuatro siglos, son algunos de los elementos que circulan por los circuitos ilegales, como mercadillos o anticuarios, casi siempre en zonas alejadas de la región.

El tráfico ilegal de piezas pertenecientes al patrimonio, especialmente procedentes de las pequeñas iglesias y ermitas de las diócesis de Coria-Cáceres y Plasencia, mueve al año más dinero que el tráfico de drogas en toda la provincia, según las mismas fuentes, de ahí que este problema empiece a ser una de las prioridades de la Guardia Civil en las áreas rurales, más desprotegidas y centro de atención de nuevas mafias.

SIN SISTEMAS DE SEGURIDAD

Estas bandas han encontrado en estos lugares una forma fácil de enriquecerse, ya que sólo en las catedrales existe algún dispositivo de seguridad, siempre escaso según la opinión de los expertos en esta materia. "Hay piezas valoradas en más de veinte millones que están al alcance de cualquiera", señala un responsable de una parroquia cacereña.

Si fácil lo tienen las mafias para robar cualquiera de estas piezas, su puesta en el mercado ilegal no lo es menos, según los investigadores, que coinciden en que todo este material, tarde o temprano, termina en el extranjero; especialmente Italia, como lugar por excelencia para comprar este tipo de materiales.