Violencia y paz son radicalmente incompatibles. Las multitudinarias manifestaciones contra la guerra en Irak en muchas ciudades españolas fueron civilizadas y pacíficas. Por eso levantan serios interrogantes los últimos incidentes que han protagonizado algunos provocadores que ocultaron el rostro para evitar su identificación. Sabían a lo que iban.

También existen imágenes que revelan la violencia gratuita ejercida por parte algunos agentes de la autoridad durante las manifestaciones.

Conviene no dejarse llevar por los apasionamientos a la hora de formular críticas. A diferencia de una dictadura, en la que la represión es fundamental, en un régimen democrático como el nuestro la función policial prioritaria, según establece el artículo 104 de la Constitución Española, es "proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades", entre los que se encuentra el de manifestación, tan legítimo como cualquier otro.

Aclarar lo sucedido interesa a todos para alejar sospechas.