NACIMIENTO ALCANTARA, 1965

ESTUDIOS LICENCIADA EN CIENCIAS BIOLOGICAS

ESTANCIAS POSTDOCTORALES ZURICH Y CAMBRIDGE

TRABAJO ACTUAL CIENTIFICO TITULAR DEL CSIC DESDE EL 2000

CARGO VICEDIRECTORA DEL INSTITUTO DE NEUROCIENCIAS

Poco podían imaginar los vecinos de Alcántara que esa niña que correteaba por sus calles a finales de los años sesenta se iba a convertir en uno de los referentes de la investigación mundial en la lucha contra el cáncer.

María Domínguez Castellano (Alcántara, 1965), es hija de dos vecinos del municipio cacereño, aunque por el trabajo de su padre --es juez-- abandonó el pueblo con sólo cuatro años. A partir de ahí comenzó un periplo que le llevó por diferentes ciudades, aunque su corazón, como ella misma reconoce, pertenece a Alcántara, donde le queda poca familia. Concretamente, una hermana de su madre, puesto que sus padres están afincados desde hace años en Sevilla.

Hasta hace dos décadas regresaba a esta localidad todas las Navidades para pasar estas fechas tan especiales con su abuelo, pero cuando éste falleció dejó de ir. Casualidades de la vida, pocas semanas antes de saltar a la fama con el artículo publicado en la revista Nature volvió a sus orígenes. Y es que esta Navidad, relata, decidió pasarla allí con su hermana mayor con un objetivo claro: "Volver a ver ese pueblo que tanto me gusta y al que hacía veinte años que no iba y enseñárselo a mi marido, que es suizo y no lo conocía".

Muchos cambios

Pero dos décadas no pasan en balde y durante sus paseos se encontró con que "el pueblo ha cambiado mucho". Sobre todo porque hay muchas casas antiguas cargadas de recuerdos de su infancia y de su juventud "y que no se están rehabilitando, lo que me dió un poco de pena". "La he encontrado muy cambiada, pero me encanta Alcántara", reflexiona convencida tras repasar lo que sintió al volver a ver cosas tan emblemáticas como el puente o el Convento de San Benito.

Para rematar su Navidad castúa pasó la última noche del año 2005 en la ciudad de Cáceres, "porque esa es una zona que también me gusta mucho".

Sobre su importante hallazgo científico, se muestra cauta y modesta porque "es un paso pequeñito para la investigación", aunque tiene claro que la única forma de frenar y curar cualquier enfermedad es "encontrar el mecanismo por el que ocurren las cosas". Ahora habrá que estudiar si su descubrimiento, hallado tras cuatro años de trabajo con la línea genética de la mosca de la vinagre, es aplicable a los seres humanos, lo que abriría nuevos campos de investigación.

Por lo que se refiere a la situación que atraviesan los investigadores españoles, tiene claro que "hay poco apoyo a la investigación desde el Gobierno, y eso lo sabemos todos". Y eso a pesar de que la calidad de los investigadores "es buena, pero el sistema nacional nos exige que produzcamos a niveles altísimos con una financiación como la de Italia o Portugal". Todo esto lleva a que "mucha gente cuando se desespera se marcha a otros países". De hecho, ella ya estuvo siete años en el extranjero --en las universidades de Zurich y Cambridge-- y ahora lo vuelve a tener claro: "No descarto volver a irme".