Aunque pueda parecer de locos, llegar al ya famoso hotel Palestina de Bagdad es un alivio. El enclave --rodeado por tanques estadounidenses-- se ha convertido en una isla de relativa calma en una ciudad en la que ayer, por cuarto día consecutivo, proseguían el caos, la anarquía y el pillaje. En las afueras de Bagdad era habitual ver cualquier tipo de vehículo cargado de material robado.

Es como si muchos acudieran ayer a la ciudad de compras de fin de semana. Junto a estos vehículos era habitual ver a iraquís armados tratando de encontrar un medio de transporte para salir de la ciudad. En el interior de Bagdad, los controles de los marines cortaban intermitentemente el acceso a los barrios céntricos.

A pesar de estar enfrascado en su papel de fuerza ocupante, EEUU empezó ayer a dar pasos para intentar garantizar la seguridad de la ciudad. A las reuniones con policías iraquís se le unió la decisión de enviar a Irak a 1.200 policías y agentes judiciales. Una veintena de ellos ya está a punto de embarcar en Washington. Ayer, además, algún hospital de Bagdad ya fue vigilado por los marines para evitar que se repitieran los asaltos. En uno de estos centros sanitarios, Iden A Nages, los soldados encontraron el cadáver de un periodista y a varios corresponsales heridos, presumiblemente en el ataque al hotel Palestina del día 8.