No es cuestión de reunir tópicos. Simplemente fue lo que sucedió. Día lluvioso y muy frío, un silencio casi estridente y miles de personas para dar sostén a la familia en uno de los días más difíciles de la vida de sus integrantes. En ese ambiente, el pueblo de Logrosán despidió a uno de sus vecinos más populares. Más de 500 personas asistieron al funeral de Alfonso Triguero, el empresario de la localidad que falleció el lunes de madrugada tras recibir un disparo en el vientre. El sepelio tuvo lugar en la Iglesia de San Mateo de la localidad cacereña. Comenzó a las 11 de la mañana y apenas duró 25 minutos. La ceremonia religiosa fue sobria, sin apenas alusiones a Alfonso. "Su familia no tiene ánimo para recibir el pésame, pero me ha pedido que les agradezca, en su nombre, su presencia y apoyo", apuntó el sacerdote, Juan Manuel Rubio.

José Manuel, el hijo del empresario, rompió a llorar en diversas ocasiones. Sobre todo a la hora de portar el féretro de su padre a la entrada y a la salida del funeral, siempre ayudado por su yerno y otros familiares, mientras que su madre --Rosa Durán-- y su hermana --Ana-- buscaban consuelo mutuamente.

Terminada la misa, familia y allegados --ya apenas medio centenar-- siguieron a pie al coche fúnebre hasta el cementerio municipal. Allí recibieron sepultura los restos mortales de Alfonso Triguero, mientras la lluvía y las bajas temperaturas seguían calando en el ánimo de los presentes. Finalizado ese trance, la vivienda del empresario se convirtió en el búnker donde unos y otros buscaron refugio.

No era solamente pena lo que alimentaba la atmósfera del municipio por la pérdida de este vecino tan conocido --tenía tres establecimientos en la localidad: un asador, un supermercado y una fábrica de jamones-- como apreciado --"era una persona afable y abierta, un trabajador y emprendedor incansable", comentaban sus vecinos en el bar La Parada, a escasos 20 metros de la que hasta el lunes fue su casa--. "Hay cierto miedo e incertidumbre en el pueblo porque no se saben cuáles han sido las causas. Hay que pedir tranquilidad y sosiego, y dejar que los investigadores realicen su trabajo", apuntaba Isabel Villa Naharro, alcaldesa de Logrosán, a la salida del cementerio. "Le conocía desde hace muchísimo tiempo. No era solo contacto vecinal; había amistad", agregaba compungida.

Los tres establecimientos que regentaba Alfonso Triguero permanecieron durante todo el día cerrados, al igual que ocurrió el lunes. También la puerta de los Triguero Durán permaneció casi totalmente sellada a lo largo de la jornada; apenas se abrió para alguna visita --casi siempre fugaz-- de la Guardia Civil, para recibir a algún conocido o para que la familia se deshiciese del colchón donde el empresario presuntamente dormía cuando recibió el disparo.

Los vecinos, mientras tanto, seguían preguntándose qué pudo ocurrir en el interior de esa vivienda la madrugada del lunes para que la muerte sorprendiera a Alfonso y a todo el pueblo. "Esto era inimaginable", insistían unos jóvenes frente a la vivienda de la familia. Serán los investigadores quienes resuelvan esas dudas.