En el 2016 cambió la tendencia. Ese año se produjo un hito que no se había dado hasta ahora en Extremadura. Por primera vez se registraron más nacimientos en mujeres que ya habían cumplido los 40 años que en las que tenían 25. Y esa tendencia se sigue manteniendo. O sea, ya hay más madres a los 40 que a los 25.

¿Casualidad? Va a ser que no. «El envejecimiento de la edad de la maternidad es una tendencia que ya se venía insinuando prácticamente desde comienzos de este siglo, en los últimos 15 o 20 años, y que ahora ya se está consolidando. Está ocurriendo en todos los países desarrollados y en Extremadura nos hemos equiparado también ya al comportamiento de otras comunidades de las que antes, por ser más rural, nos diferenciábamos. Pero ya no, lo mismo pasa en Madrid o en Cataluña que en Extremadura», explica Antonio Pérez Díaz, profesor del área de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Extremadura (UEx).

«El retraso en la edad de acceso a la maternidad (ha pasado en Extremadura de los 28 años de media en 1990 a los 32 en el 2018) era antes un comportamiento propio de las sociedades urbanas y poco a poco ha ido trascendiendo a los medios rurales, que era justamente donde había más fecundidad. Pero ahora resulta que eso es prácticamente idéntico, que ya no hay diferencia alguna entre el comportamiento de una mujer urbana y de una mujer rural», prosigue Pérez Díaz.

LOS NÚMEROS / Cada afirmación del profesor la refrendan las estadísticas. Según los datos de la serie histórica que recoge el INE, siempre ha habido más nacimientos entre mujeres de 25 años que de 40 años. En 1990, por ejemplo, hubo 917 madres a los 25 y solo 83 a los 40. A comienzos de siglo los números empezaron a acercarse aunque todavía había el doble de madres jóvenes. Basta fijarse en un año: en el 2005 nacieron 350 bebés en mujeres de 25 años y 161 en féminas de 40.

Pero a partir del 2010 la diferecia se fue reduciendo drásticamente y en el 2016 los caminos se cruzaron: hubo 210 nacimientos a los 25 años y 213 a los 40. En el 2017, último año con estadísticas detalladas por edades, el cambio de tendencia se acentuó: 207 nacimientos a los 25 y 229 a los 40. De hecho, casi el 8% de las mujeres que fueron madres durante el 2017 en Extremadura superaban los 40 años (ese año no se registró ningún nacimiento a partir de los 50 años, aunque años anteriores sí los ha habido). Todo un récord. Hace solo una década los nacidos de madres que superaban los 40 años eran el 3,7% del total y en el año 2000 suponían apenas el 2,4% de la totalidad de los nacimientos.

Y esto sucede justo cuando el número de nacimientos en Extremadura no deja de descender. El 2018 cerró con el número más bajo de las últimas décadas: 7.808, lo que supone casi un 23% menos que en el año 2000 -cuando nacieron 10.133 bebés-.

UN CAMBIO SOCIOLÓGICO / ¿Cómo se ha llegado hasta aquí? «Se debe a la transformación cultural y sociológica que se viene produciendo en las últimas décadas, especialmente por el acceso de la mujer al mundo laboral y la búsqueda de la consolidación y luego el planteamiento de las parejas ante la descendencia también ha variado».

SIN PRIMOS / Habrá que ir acostumbrándose a este cambio de tendencia en la sociedad, que tiene visos de continuar en esta línea. ¿Las consecuencias? Envejecimiento, abuelos cada vez más ancianos y niños sin primos o incluso sin hermanos. «La primera consecuencia es que si tienes un primer hijo a los 40 puede que ya no vayas a tener otro a los 45 años. Hay una reducción del periodo genésico y eso hace que se reduzca la fecundidad y la natalidad», explica el experto de la Universidad de Extremadura. Luego están las consecuencias que vienen determinadas por cuestiones puramente biológicas: «hay mujeres que cuando intentan convertirse en madres a ciertas edades ya no es posible o tienen más problemas para conseguirlo».

Los especialistas aseguran que la reserva ovárica desciende con la edad y los óvulos empiezan a perder calidad a partir de los 35 años. De hecho, a las mujeres que tienen su primer embarazo a partir de esa edad los médicos las denominan «primíparas añosas», aunque lo cierto es que el uso de esta denominación está cambiando porque cada vez es más frecuente tener hijos más allá de los 35. Y detrás de esto está el aumento de la maternidad asistida, del uso de técnicas de reproducción, de la gestación subrogada o las adopciones. Se estima que en España más de 40.000 de los bebés que se conciben cada año son por reproducción asistida.

La conclusión final, un cambio en la estructura familiar: «generaciones que van a tener abuelos más mayores (también aumenta la esperanza de vida) y que probablemente se van a criar sin primos. Si antes teníamos cinco o seis primos, ahora tendrán como mucho uno», apunta el profesor Pérez Díaz. Y una exigencia: «es necesario una mayor apuesta por la conciliación de la vida laboral y familiar».