Además de las jubilaciones y la feminización de la profesión médica, existe un problema añadido que contribuirá a incrementar el déficit de profesionales: muchos especialistas dejarán la profesión antes de su edad de jubilación al no soportar la carga asistencial.

En la mayoría de los casos el culpable de esta situación es el burnout o síndrome del profesional quemado, que en Extremadura, según los datos que maneja la sanidad, afecta a dos de cada diez médicos, un porcentaje que se eleva hasta el 30% en los de Atención Primaria y que ha provocado numerosas bajas.

El burnout se caracteriza por un agotamiento emocional que conlleva una pérdida de energía, además, el afectado sufre un proceso de despersonalización en el que desarrolla actitudes negativas, se vuelve insensible y su relación con el paciente es fría e impersonal, todo ello acompañado de baja autoestima.

El término se utiliza para referirse al desgaste profesional que sufren los trabajadores de los servicios enfocados a las personas y que, debido a unas condiciones de trabajo, tienen fuertes demandas sociales. En el caso de los médicos, los expertos aseguran que entre un 10 y un 12% de los facultativos desarrollarán a lo largo de su carrera profesional un trastorno mental o una adicción.

Los datos de Extremadura no difieren mucho de las cifras que manejan a nivel nacional organismos como la OMC o la OMS. La mitad de los médicos extremeños afectados presentan disturbios emocionales que incluyen desde leves depresiones hasta patologías más preocupantes y dos de cada diez facultativos consumen algún tipo de droga, fármacos o alcohol.