Gran parte de la izquierda fue crítica con la medida porque no estaba de acuerdo con su carácter universal: beneficiaba por igual a ricos y a pobres, sin ningún tipo de límite en la renta. Una red de guarderías gratuitas o mejoras en la conciliación eran ideas que consideran más eficaces. También la Iglesia se posicionó en contra, pero por otros motivos: la ayuda económica iba a llegar igualmente a madres solteras y padres adoptantes, por lo que desde la Conferencia Episcopal mostraron su rechazo a que se fomentaran este tipo de familias monoparentales.

Pero el famoso cheque bebé del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero salió adelante y cientos de miles de hogares españoles (unos con pocos recursos, otros con muchos) recibieron un talón de 2.500 euros por el nacimiento o adopción de un hijo. La medida empezó a funcionar en diciembre de 2007, pocos meses antes de las segundas elecciones que ganaría Zapatero. Por ello, el PP de Mariano Rajoy lo tildó en su momento de «absolutamente electoralista».

Pero llegó 2010 y empezaron los intentos de poner freno al déficit y la eliminación de determinadas medidas consideradas sociales. Y se acabó el cheque bebé. Y entonces el PP de Rajoy criticó la pérdida de esta protección que en su momento consideró que tenía evidentes fines de propaganda electoral.

Durante casi tres años el Estado se gastó 4.000 millones de euros en la ayuda por nacimiento. REDACCIÓN