Han pasado exactamente 18 meses y tres días desde que el príncipe Felipe anunció entre risas su idea de la planificación familiar: "Tendremos más de dos hijos y menos de cinco". Aquello fue en la petición de mano, y Letizia contestó con un "¡anda!". Entre aquel día y ayer, cuando el palacio de la Zarzuela comunicó la noticia del embarazo, los Príncipes han escalado una especie de Tourmalet, el de la avalancha de rumores que periódicamente se les ha echado encima desde que aterrizaron de la luna de miel. Ahora, los príncipes de Asturias llegan a su primer aniversario de boda relajados y con la corbata desabrochada: el eslabón dinástico ya es una misión cumplida.

Círculos cercanos a la pareja destacaban ayer el estoicismo y elegancia con que los Príncipes han afrontado la batería de rumores que les han acompañado desde que pusieron el primer pie fuera del avión, a su regreso del viaje de novios. Felipe y Letizia ya aterrizaron con la especulación de que habían visitado una clínica en Nueva York. La rumorología --una veces llevada hasta el titular; otras, convertida en puro chisme de tertulia-- echó entonces a andar.

Agujetas en el pasaporte

Ese, quizá, ha sido el peaje más caro que han pagado durante un primer año de casados que los ha tenido en permanente campaña. Los Príncipes celebrarán el día 22 su primer aniversario de boda con agujetas en el pasaporte: la pareja ha recorrido 156.000 kilómetros (casi como dar cuatro veces la vuelta al mundo). Todo un primer curso de iniciación que Letizia ha culminado con la noticia del embarazo en el expediente.

Tras la boda, los Príncipes visitaron al papa Juan Pablo, estuvieron en México y asistieron a la toma de posesión de los presidentes de Panamá y la República Dominicana. También recalaron, entre otros muchos lugares, en Atenas, con motivo de los Juegos Olímpicos. Y en Nueva York. Y en Belgrado. Y en Brasil. Aquello fue en febrero y, echando cuentas, su visita a Lula y a la favela de Candeal, el feudo del milagro de Carlinhos Brown, debía rondar el minuto cero del embarazo.

El tour sin resuello de los príncipes de Asturias también recaló en Cataluña. Allí, periodistas y fotógrafos pusieron el zoom en dirección a la cintura de Letizia. El nuevo rumor llevaba ya fuerza de alud y la comitiva informativa se entretuvo en diseccionar desde "el brillo en los ojos" hasta el festín de "complicidades y miradas" de los Príncipes.

El sismógrafo del predíctor ya se había disparado en ocasiones anteriores. En septiembre, la pareja congeló en persona las habladurías, algo inusitado en la política de comunicación de la Zarzuela. "No seáis víctimas de los rumores de otros", pidió el Príncipe durante una visita a Santiago de Compostela. Con algo de humor, la princesa Letizia apostilló: "La rumorología del embarazo estará siempre ahí, pero cuando sea verdad, seréis los primeros en enteraros... Después del Príncipe, claro".

Y entonces, en octubre, llegaron la entrega de los Premios Príncipes de Asturias y la segunda gran andanada de cábalas. Tanta era la expectación, tanto se había dicho sobre su delgadez y tantos comentarios habían levantado las lágrimas que vertió en la ceremonia, que una señora se le acercó en plena calle y le preguntó, a bocajarro: "¿Para cuándo un Pelayín?", en alusión al nombre que los Príncipes dijeron haber barajado para su hijo. "No sé, ya vendrá", respondió la pareja. Ahora ya el bebé está en camino y ya es oficial que el próximo mes de noviembre llegará a meta.