La caza es una actividad tradicionalmente polémica. Y en los terrenos de un Parque Nacional como Monfragüe, su práctica ha estado permanentemente ligada a la controversia y lo mismo ha sucedido con la decisión de suprimirla, ya sea por convencimiento o imposición. Ahora la caza como mecanismo de control de las poblaciones de los ungulados (ciervo y jabalí, básicamente) y como estrategia para evitar la expansión de la tuberculosis bovina toca a su fin, y la voluntad es que no se vuelva a practicar en el corazón del parque nunca más. Es la propuesta que está llevando adelante la Dirección General de Sostenibilidad y que puso sobre la mesa la semana pasada en la reunión del Patronato del Parque Nacional de Monfragüe.

Tras la decisión está, por un lado, el fin de la moratoria de 6 años que dio la Ley de Parques Nacionales y que prohíbe expresamente cualquier actividad comercial ligada a la caza, pero también las recomendaciones (y las críticas) en torno a este modelo de gestión por parte del Defensor del Pueblo en su informe del pasado verano y el «convencimiento de que se puede hacer el control de poblaciones aplicando solo técnicas selectivas», según asegura el director general de Sostenibilidad, Jesús Moreno. «Esto es un Parque Nacional y los sistemas de control aquí tienen que ser más selectivos posibles y solo cuando sea necesario», defiende Moreno sobre el nuevo plan de acción, que pretenden tener listo el próximo mes de enero y que ahora evalúan con todas las consideraciones que se expresaron por parte de los integrantes del patronato en esa reunión. «El plan de acción es anual y mantiene posibilidades abiertas, por lo que puede haber cambios en el siguiente. Pero tendrían que fracasar todos los demás sistemas para plantear de nuevo la caza como actividad selectiva», asevera.

Cercones

El modelo que plantea utilizar la Junta ahora en el parque incluye entre las medidas de control cercas a las que atraer a los ejemplares con comida y una vez allí darles muerte. No son acciones nuevas, ya se han utilizado en los años anteriores como complemento de las acciones cinegéticas, pero ahora se pretende seguir adelante solo con estas e intensificar su práctica para compensar la supresión de la caza. El plan que se ha diseñado solo contempla intervenir en los terrenos de titularidad pública (unas 4.500 hectáreas de las 18.396 del parque) y capturar a 336 ciervos y 350 jabalíes en el plazo de un año, según las cifras que barajan. «Se trata de masas abiertas por lo que hay movimientos de animales dentro del parque y se ha determinado que actuando solo en las zonas públicas es posible abarcar toda la extensión del parque», concreta Moreno. En todo caso, las acciones cinegéticas sí se podrán mantener en las fincas que tienen parte de sus terrenos fuera del parque (solo en esas zonas) e incluso se ha planteado la posibilidad de incrementarlas y autorizar dos cacerías en la misma mancha.

Algunos expertos discrepan de que esos mecanismos por sí mismos puedan llegar a ser eficaces. «La experiencia nos dice que ese tipo de acciones no suelen ser efectivas por sí solas para eliminar la cantidad de animales que hay que quitar para controlar la población y eso puede provocar efectos en cadena que acaben causando un daño al parque», apunta Juan Carranza Catedrático Zoología de la Universidad de Córdoba y experto en el estudio del comportamiento y ecología de ungulados silvestres y en especial del ciervo. El parque de Monfragüe ha sido una de las zonas a las que dedicó muchas horas de estudio en su paso por la UEx. El zoólogo considera que «cualquier cambio debe hacerse con mucha precaución» y debe estar acompañado de otras medidas complementarias relacionadas con el manejo de los animales tanto en el interior del parque como en las zonas periféricas.

Eficacia en entredicho

Las organizaciones ecologistas, por el contrario coinciden con el planeamiento de la Junta tanto en el cambio propuesto como en la eficacia de las nuevas medidas. «La caza no ha hecho que haya menos animales sino más bien al contrario, a mayor intensidad en la actividad cinegética, más se ha incrementado la cifra de animales», según apunta Carlos Garrón, de Ecologistas en Acción. A su juicio, sin embargo, las capturas selectivas que se plantean «no son perfectas, pero nosotros abogamos por otros mecanismos como la esterilización de animales para que no se llegue a la muerte, pero la menos permitirán discriminar y dará tranquilidad al resto de especies».

Pero ni los propietarios de los terrenos, ni los ayuntamientos de la zona, ni lo cazadores comparten una medida que consideran «impuesta» y de la que critican la falta de negociación y de eficacia. «No nos dan ninguna alternativa y el tiempo corre en contra porque no se ha hecho gestión en todo el 2020 y en los cotos colindantes nos estamos encontrando con que el 90% de los jabalíes que se capturan están tuberculosos. La situación está fuera de control», denuncia una portavoz de la Asociación de Propietarios de Monfragüe, que ha presentado alegaciones a la propuesta.

También los cazadores defienden el trabajo que han llevado a cabo en la preservación de este espacio natural desde los años 70. Para la Federación Extremeña de Caza, la Ley de Parques Nacionales «es un fracaso para la conservación de las especies», según José María Gallardo, presidente del colectivo, que defiende el papel que la actividad cinegética ha desarrollado en el control de la tuberculosis. Según los datos de la Junta, la prevalencia se encuentra en estos momentos entre el 2% y el 3% en el caso de los ciervos y en torno al 30% en los jabalíes, que son el gran reservorio.

Los pueblos recelan

En los pueblos del Parque de Nacional de Monfragüe la supresión de la actividad cinegética como mecanismo de control de poblaciones y freno a la propagación de la tuberculosis no ha gustado. La mayoría duda de la eficacia y teme el efecto que puede tener en sus municipios el cese de una actividad que sustenta parte de la economía. «Estamos en el corazón del parque, tenemos muchas actividades limitadas y ahora perdemos también toda la ligada a la caza» lamenta la alcaldesa de Serrejón, Melisa Campos. «Que hay una superpoblación es evidente y lo vemos a diario porque raro es el día que no hay un accidente en alguna de las tres carreteras que llegan al pueblo», lamenta. «Y los ganaderos están acribillados a saneamientos por la tuberculosis», dice.

También recelan en Malpartida de Plasencia. «No se está teniendo en cuenta la singularidad del parque en el hecho de que la figura de Parque Nacional se alcanzó con la caza como herramienta de gestión. Creemos que puede haber un equilibrio ahora», subraya Raúl Barrado, el alcalde. Otros ayuntamientos como el de Serradilla, también han expresado en estos días a través de sus redes sociales su posición en contra de la propuesta y en defensa de la actividad cinegética como herramienta de control de poblaciones .

Las claves

Fin de la moratoria de 6 años: La ley 30/2014 de Parque Nacionales prohíbe expresamente la caza y la pesca con fines comerciales y establecía una moratoria de 6 años que finalizó el pasado 5 de diciembre.

En Monfragüe no se permite cazar desde 1991: Cuando Monfragüe era Parque Natural ya se prohibió cazar allí con la Ley de Caza de Extremadura de 1991. La superpoblación que originó dio pie a autorizar batidas de control desde 1997.

Recomendación del Defensor del Pueblo: Ecologistas de Extremadura llevó las acciones cinegéticas en Monfragüe al Defensor del Pueblo, que recomendó buscar fórmulas de control poblacional de ungulados más respetuosas.

De la caza a los cercones: La propuesta de la Consejería de Transición Ecológica es suprimir la caza por acciones de control con cercones en los que se atrae a los animales con alimento. Defienden que allí se pueden seleccionar las piezas a abatir por el personal del parque

Aprovechamiento y control: El cambio que plantea l a Junta afecta a la superficie pública, que es alrededor del 4.500 hectáreas. En los terrenos privados no plantea aplicar ese nuevo recurso, pero la caza no estará autorizada dentro de los límites del parque, pero sí fuera.