El capitán Manuel Rivera Hernández, instructor de vuelo del Ala 23 de la Base Aérea de Talavera, falleció al caer su avión, un F-5B --AR9-70 con el indicativo Mago 01 --, en un maizal a escasos 500 metros de Balboa, muy cerca de la base militar y el aeropuerto civil, por causas desconocidas, cuando realizaba un vuelo de entrenamiento.

El piloto, de 34 años, casado y padre de dos hijas, natural de Guardamar (Alicante), llevaba 10 años en esa unidad --dos en Estados Unidos y ocho en Talavera--, y tenía más de 3.000 horas de vuelo --más de 2.000 en F-5--. Es la segunda víctima mortal y el segundo accidente en tres meses en Talavera. El 22 de enero falleció otro instructor de vuelo y su alumno resultó herido, al estrellarse su F-5 en una finca de Torre de Miguel Sesmero, por las turbulencias de una tormenta.

Según sus compañeros, el capitán Rivera era "de los más experimentados" y en el momento del accidente ensayaba acrobacias para una exhibición por el 50 aniversario de la base. Lo hacía con el caza que se pintó de azul y el emblema del Ala 23 y que explotó al chocar contra la tierra. El hecho causó conmoción en la base y en Balboa.

El accidente ocurrió a las 10.55 de la mañana, cuando el piloto ensayaba acrobacias y, según varios testigos, realizó "una subida muy vertical y dando giros sobre sí mismo, para luego bajar en picado", sin que pudiera remontar el vuelo, y chocó y explotó", cuenta Juan Luis Oliva, que en ese momento se encontraba cortando espárragos.

El comandante Juan Antonio Montoya, encargado de la seguridad en el lugar del siniestro, manifestó que la zona se acordonó enseguida por personal de la base y la Guardia Civil, mientras trabajaban los equipos de socorro que llegaron al instante.

Las causas del accidente, "no se conocen, hay que esperar a las investigaciones, sólo sabemos que hemos perdido un compañero", manifestaba el comandante Montoya al poco del accidente. Por la tarde, ya trabaja el equipo de investigación en el reconocimiento de los restos.

Aún pendiente del resultado de la investigación, sí se sabe que el piloto no saltó en paracaídas; así lo dijeron los testigos. La Juez de guardia se personó en el lugar del suceso para certificar la muerte y ordenar el levantamiento del cadáver, que se trasladó hasta la base, donde por la tarde, el forense practicó la autopsia.

El Ejército del Aire puso un avión a disposición de la familia del piloto desde la Academia de San Javier, Murcia. Familiares y compañeros hicieron guardia toda la noche en la capilla ardiente, y esta mañana, que se celebra el funeral. Luego se trasladará a la familia a Murcia, desde donde irán a Guardamar por carretera.

Por otro lado, el comandante Aizpurúa, a preguntas de EL PERIODICO, respondió que "no hay prevista ninguna inspección general de los F-5, porque están perfectamente revisados, no son coches; a estos aviones se les cambia hasta el último tornillo en las revisiones. Ese caso sólo se daría si tras la investigación se comprobara o se detectara un fallo mecánico, una evidencia, y no aún no hay datos. En el accidente de enero ya se descartó el fallo mecánico, se sabe que cayó por las turbulencias de la tormenta", dijo. Aizpurúa añadió que "llevamos 11 años sin un accidente y ahora, dos en tres meses", pues los ocurridos en ese tiempo no eran de pilotos de la base. Y aclaró que "este accidente no tiene ninguna relación con el otro".