Cinco guardias civiles murieron la pasada madrugada y dos resultaron gravemente heridos después de que un camión arrollara a los agentes que efectuaban un control en la A-1, a la altura de la localidad madrileña de Buitrago de Lozoya, al perder el conductor el control del vehículo tras quedarse dormido. La tragedia ha tocado de lleno a Extremadura, ya que entre los fallecidos se encuentra Marcelino Calaco, de 54 años y natural del pueblo pacense de Alconchel, y uno de los heridos, el que presenta mayor gravedad, es el alférez José Luis Periáñez, nacido en la localidad cacereña de Talaván, y que a última hora de ayer estaba en estado crítico.

Los agentes, once en total, participaban en un control habitual, aunque reforzado con motivo de la Cumbre Internacional sobre Terrorismo inaugurada ayer en Madrid, según informa Efe. Los cinco guardias civiles fallecieron después de que el conductor del camión, de nacionalidad rumana y que dio negativo en la prueba de alcoholemia, arrollara el control tras quedarse dormido, como él mismo reconoció en dependencias de la Guardia Civil.

El camión, que transportaba una carga de vigas de hierro, quedó completamente destrozado por el accidente, al igual que tres de los cuatro vehículos todoterreno que integraban el control policial. El vehículo debió desplazarse entre sesenta y setenta metros a consecuencia del impacto, que dejó aplastados los coches de la Guardia Civil.

LOS FALLECIDOS Los agentes fallecidos, además de Calaco, que estaba destinado en Buitrago de Lozoya, son Javier López, madrileño; Juan Antonio Hermoso, natural de Málaga; Francisco Javier Cavia, nacido en Palencia; y el alumno en prácticas Ricardo Villar, nacido en Madrid. Tres estaban casados --Marcelino Calaco deja viuda y cuatro hijos-- y dos eran solteros.

Otros cuatro agentes que también integraban el control resultaron ilesos. Tres de ellos consiguieron salvar su vida por haberse alejado de la zona al detectar un BMW que levantó sus sospechas. Cuando éstos se marchaban para realizar esa gestión, los otros ocho guardias civiles que se disponían a cambiar el control a otro lugar fueron arrollados por el camionero en un tramo cuesta arriba.

Uno de los ocho agentes consiguió eludir el impacto y llamó a los compañeros que estaban realizando las averiguaciones sobre el BMW, que se desplazaron inmediatamente al lugar.

Los funerales por las víctimas se celebraron en la tarde de ayer en la Basílica de la Asunción de Nuestra Señora de Colmenar Viejo y estuvieron presididos por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el ministro del Interior, José Antonio Alonso, el delegado del Gobierno, Constantino Méndez, la jefa del Ejecutivo regional madrileño, Esperanza Aguirre, y el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón.

Los féretros de los cinco agentes, cubiertos por la bandera nacional, llegaron a la iglesia en torno a las cinco y media de la tarde, en las inmediaciones de la cual esperaban cientos de personas, entre personalidades, familiares, amigos, compañeros y vecinos de los fallecidos.

El funeral fue oficiado por el arzobispo castrense Francisco Pérez González en una basílica abarrotada por más de 2.000 personas, además de las cientos de ellas que permanecían en el exterior a la espera de la finalización de la misa para trasladar los cadáveres a sus lugares de origen. Previamente, Zapatero impuso a título póstumo a los cinco fallecidos la Cruz de Plata de la Guardia Civil, la máxima condecoración de la Benemérita.

Tras ello, el cadáver del pacense Marcelino Calaco fue trasladado a Alconchel, a donde llegó ya de noche, acompañado por sus familiares. Está previsto que el entierro se celebre al mediodía de hoy.