Las extremeñas cobran, en términos generales, un 22,1% menos salario que los extremeños, según los datos que manejan tanto el Consejo Económico y Social de Extremadura (CES), como el Instituto Nacional de Estadística (INE). Así, la ganancia media anual de un trabajador en la región es de 17.800 euros, por 13.800 de la mujer. Si se quiere buscar el lado positivo de esta situación de discriminación salarial podría indicarse que la brecha entre los sueldos de hombres y mujeres en Extremadura se ha reducido en doce puntos desde 1995, y que es casi siete puntos menor que la que existe a nivel nacional.

Sin embargo, si se profundiza en el dato, puede observarse que la discriminación real está mucho más acentuada de lo que indicaría el simple factor porcentual. Esto es así, porque, según señala el CES, "dentro de los ocupados de la economía extremeña, las mujeres tienen un mayor nivel educativo que los hombres, por lo cual, a igualdad del resto de factores, las mujeres deberían tener una ganancia media superior a la de los hombres".

Es decir, que dado que la cualificación profesional femenina es en la región más alta que la masculina, no sólo no debería haber esa brecha en favor de los hombres, sino que debería darse justo la contraria.

MENOS EXTRAS En el análisis de la composición del salario según el sexo, recogido en el estudio sobre situación laboral de la mujer en Extremadura, realizado por el CES, se constata que, en términos absolutos, todos los conceptos muestran una diferencia salarial relevante en favor del varón, tanto en lo referido a salario base como a los pagos extraordinarios, las horas extra y los complementos.

Además, se muestra que el sueldo del varón disfruta, en términos relativos, de mayores ingresos por conceptos distintos al salario base, tales como complementos, horas extraordinarias o pagos extraordinarios, que configuran unos ingresos más altos que los de la mujer, donde estos pagos ajenos al sueldo base tienen mucho menor peso.

POR SECTORES Por otro lado, la discriminación salarial no se reparte del mismo modo en todas las actividades. Así, a dos sectores en los que, incluso, la mujer cobra, como media, más que el hombre, que son el de industrias extractivas (un 9,6% más), y educación (un 2% más). Con todo, el análisis de estas profesiones contracorriente , a las que podrían unirse otras como la construcción o el transporte, donde las diferencias son favorables al hombre pero en un porcentaje muy inferior a la media, revela que el equilibrio no es tal.

Así, el CES apunta que hay sectores, como los cuatro mencionados, en los que la discriminación salarial queda encubierta por el hecho de que la mujer desarrolla tareas más especializadas que el varón, y así se indica, para el caso de la construcción que la mujer "se ocupa en este sector como administrativa o técnico, y no suele estar representada en las ocupaciones que cuentan con menores salarios".

HASTA EL 49% En el resto de sectores, la diferenciación salarial es clara y favorable al hombre. Además, se dan casos extremos en los apartados de producción y distribución de energía, gas y agua, donde el salario femenino supera por poco la mitad del masculino, situación que se repite en el sector de inmobiliarias y servicios empresariales.

Otra perspectiva desde la que el CES analiza la situación alude a la comparación según niveles formativos. Nuevamente, la mujer sale perdiendo en todas las categorías, aunque el grado de discriminación es muy diverso. De este modo, entre los trabajadores sin estudios o con estudios primarios, la diferencia salarial ronda el 40%. La brecha se suaviza ligeramente en el nivel de estudios secundarios, y queda reducida al 18% en la formación profesional de grado medio, y al 14% en el nivel de diplomatura.

Sin embargo, al alcanzar las licenciaturas, la discriminación salta de nuevo al 26%.

Por último, el estudio detecta que es al inicio de la vida laboral y cuando ésta se consolida cuando se dan las mayores diferencias. Así, para trabajadores de menos de 20 años la distancia salarial ronda el 37%, y después se va suavizando, para recrudecerse a partir de los 40 años y alcanzar un nivel similar al del inicio de la andadura profesional a partir de los 60 años.