Siempre han estado, pero en los últimos años además empiezan a ser visibles. La presencia de la mujer en las explotaciones agrícolas y ganaderas no la cuestionaba nadie, aunque hasta hace un lustro casi ninguna figuraba al frente de las explotaciones y como consecuencia tampoco aparecían en la relación de socios de las cooperativas agrarias y menos aún en los consejos rectores, los órganos de decisión de estos centros de trabajo que son los más importantes del entorno rural. Todo eso es lo que está cambiando aunque sea a un paso muy lento y con la necesidad de algún empujón a través de nuevas fórmulas (la titularidad compartida de las explotaciones agrarias), trabajo de concienciación y herramientas que obliguen a implantar la igualdad en la toma de decisiones: la Ley de Cooperativas de Extremadura aprobada en 2018 lo hace. «El trabajo está siendo mucho más lento de lo que nos gustaría, pero la ‘lluvia fina’ que ha supuesto el trabajo de concienciación que se está llevando a cabo desde el 2012 está dando sus frutos. El cambio existe y es un cambio muy importante», reflexiona Consuelo Sánchez Bardón, presidenta de la Sectorial de Igualdad de Cooperativas Agroalimentarias de Extremadura, creada en 2019. «Esta sectorial es pionera a nivel nacional», subraya. Ella también lo ha sido en muchos sentidos. Durante dos décadas fue la única mujer que presidía una cooperativa en la provincia de Cáceres y una de las dos que ostentaban el cargo en Extremadura. En 2018 había 4 mujeres ocupando las presidencias y ahora hay 13 al frente de algunas de las cooperativas vinculadas al sector agroganadero. Otras 227 ocupan algún puesto de responsabilidad en los consejos rectores, lo que supone un incremento del 28,2% respecto a la cifra que había al cierre del año 2019 (163 consejeras).

Amparo legal

En este caso, eso sí, el punto de inflexión está en gran medida vinculado a una serie de artículos de la Ley de Cooperativas que se aprobó en 2018 y entró en vigor un año después, «una de las más avanzadas de España», como señaló en la última Comisión de Agricultura la directora general de cooperativas y Economía Social, Angélica García, en la respuesta a una pregunta de Ciudadanos sobre las políticas de igualdad en el mundo rural. El artículo 50 de esa Ley de Cooperativas especifica que «la sociedad cooperativa asegurará la representatividad de todos sus socios y socias» y para ello «el consejo rector, en su composición, tenderá a la paridad y habrá, al menos, un número de integrantes mujeres proporcional al número de socias que tenga la sociedad cooperativa». El incumplimiento de ese punto (para el que se dio un margen de 2 años que se ampliará previsiblemente tras el freno que la pandemia ha supuesto) conlleva la prohibición de acceder a todas las subvenciones cuyas bases reguladoras y convocatorias sean aprobadas en la región. Otro es el artículo 51, en el que se regula el proceso electoral: «se deberá garantizar que en las candidaturas para miembros del consejo rector se presenten mujeres, incentivado su propuesta como candidatas», recoge. Junto a eso, también el 64, establece la obligatoriedad de que las cooperativas con más de 50 integrantes dispongan de planes de igualdad.

Con los datos de 2020 cerrados hay más de 10.600 agricultoras y ganaderas que figuran ya como socias de alguna de las entidades vinculadas a Cooperativas Agroalimentarias, de las que 767 se han incorporado a lo largo del 2020. La balanza aún está desequilibrada, porque las mujeres solo representan el 24% de los socios de las cooperativas, pero la cifra se ha incrementado y la tendencia es positiva. «Se va creando conciencia y tenemos a nuestro alcance herramientas importantes que están favoreciendo que las mujeres den el paso», insiste Sánchez Bardón.

Un tercio son mujeres

Dos años antes de que las cooperativas crearan las primeras herramientas para promover la igualdad se activó también en Extremadura el registro de titularidad compartida. En el año 2011 se aprobó la Ley de Titularidad Compartida, de ámbito estatal, que recogía en su motivación que aunque las mujeres suponen un tercio de las personas que trabajan en las explotaciones agrarias familiares, en la mayor parte de los casos son los hombres los que figuran como titulares mientas que ellas aparecen como cónyuges en la categoría de ‘ayuda familiar’. La situación en todo caso no cambió hasta que se activó en Extremadura el registro de titularidad compartida, que tiene en estos momentos a 57 explotaciones (21 en la provincia de Cáceres y 33 en la de Badajoz) de las que 19 se dieron de alta en esta modalidad en el 2020, el mejor año desde que se puso el registro en marcha. Es una isla en un océano en el que el 70% de las explotaciones están dirigidas por hombres, según los datos de la encuesta sobre la estructura de las explotaciones agrícolas del INE. Los últimos datos disponibles se remontan al 2016 y reflejan que de las 62.530 explotaciones agrarias de la región, 41.530 estaban en manos de hombres y 17.779 tenían a mujeres al frente.

«La presencia de la mujer en el campo no es una excepción. Muchas mujeres han ido abriendo camino, muchas más de las que pensamos, pero han sido invisibles hasta ahora», reivindica Cristina Martín, vicepresidenta de Copreca y consejera de Eagroup, una cooperativa de segundo grado que es una de las más grandes de Europa. Su madre fue un ejemplo, según recuerda, porque fue quien se hizo cargo de la explotación de ganado familiar y de todas las tareas que conllevaba hace ya muchas décadas, ella le relevó hace 14 años y fue más allá con su implicación en el mundo cooperativo.

Incentivos

El registro de titularidad compartida fue la herramienta que la Consejería de Agricultura creó en 2016 al amparo de la ley estatal para promover la igualdad real en el campo y va dando también pasos aunque sean lentos. «La situación va cambiando a medida que las mujeres van teniendo información», reconoce Catalina García, presidenta de Fademur. Y todo ello a pesar de que los incentivos al modelo de titularidad compartida son limitados y que la crisis que atraviesa el campo en los últimos años suponga un freno.

«La titularidad compartida implica la necesidad de que tanto el hombre como la mujer estén dados de alta en la Seguridad Social, son dos cuotas y no es fácil asumirlo en muchos casos», reconoce. «Habría que darle una vuelta para convertirla en una opción más atractiva y accesible. Le queda mucho recorrido aún, pero hay que hacer un trabajo de concienciación importante con una campaña potente de difusión sobre las ventajas», subraya Catalina García. La principal por el momento además de la bonificación en la cuota del titular que se incorpora, es la consideración de explotación prioritaria en las bases reguladoras de las subvenciones. En todo caso Extremadura se sitúa a la cabeza en la implantación del modelo de titularidad compartida en España , solo por detrás de Castilla y León y Castilla-La Mancha, con 315 y 193 explotaciones en este régimen respectivamente. Son 750 bajo este régimen de gestión en todo el país.

«No tenemos nada que demostrar, siempre hemos estado en el campo»

CRISTINA MARTÍN - Vicepresidenta de Copreca y consejera de Eagroup

«Mujeres como mi madre nos hicieron el camino más fácil. Desde pequeña la vi cómo se desenvolvía en la explotación familiar trabajando, vacunando, pesando el ganado, vendiendo... Esta es la realidad que yo he visto, pero la de la mayoría de las mujeres es otra. Han sido invisibles», reflexiona Cristina Martín, vicepresidenta de Copreca y consejera de Eagroup, una cooperativa de segundo grado puntera en Europa. Creció en la explotación familiar de vacuno y ovino en Cáceres, aunque luego estudio Derecho y ejerció como abogada hasta que hace 14 años colgó la toga para ponerse al frente del negocio familiar. Entonces su madre era ya demasiado mayor para ocuparse de él. «Fue entones cuando me di cuenta de que para enterarme mejor de cómo funcionaba todo tenía que estar en la cooperativa y ver cómo se decidía», recuerda.

Como en ese momento había que renovar parte del consejo, se plantó ante el presidente y le anunció que quería presentarse. Durante años fue la única mujer el consejo, que con la nueva ley de cooperativas se va adaptando. «Ha sido esencial esa ley», apunta. «La situación va cambiando porque muchas mujeres están dando el paso y hay un marco legal que les ampara. Pero recuerdo que mis primeros pasos fueron complicados. Parecía que tenía que demostrar más por el hecho de ser mujer, cuando la realidad es que no tenemos nada que demostrar, la mujer ha estado siempre en el campo», asevera. El problema , señala, «falta mucha concienciación».

«No hay muchos incentivos, pero al menos se nos ve»

«No hay muchos incentivos, pero al menos se nos ve»

ANTONIA PALACIOS - Primera mujer en titularidad compartida

Antonia Palacios lleva toda la vida en el campo pero figura al frente su explotación desde el 2016 cuando su marido y ella se acogieron al modelo te titularidad compartida. Sus padres ya tenían ganado y su marido también, y en ambos casos ella ha trabajado codo con codo para sacar adelante un trabajo en el que fue invisible hasta que se aprobó la ley de titularidad compartida y se creó el registro. Fue la primera en acogerse a esta modalidad en Extremadura, según asegura.

«La tramitación fue complicada porque el decreto se acababa de aprobar y había mucho desconocimiento. Ni en la Seguridad Social, ni en la delegación de Hacienda tenían conocimiento y tuvimos que ir con el decreto en la mano para que lo vieran. Fuimos abriendo puertas», recuerda de los trámites para convertirse en titular de la explotación que gestiona al 50% con su marido, en la que tienen ganado bovino y porcino en Torremocha y Torrequemada.

No fue fácil, pero fue un empeño personal para dar un paso que no ha cambiado su día a día pero sí su futuro: «Sigo trabajando como ya trabajaba. Pero ahora además estoy generando derechos y se reconoce mi trabajo en el campo», afirma. Ser visible, asegura, compensa las lagunas que tiene aún la titularidad compartida: «son muchos gastos (dos cuotas de la Seguridad Social) y no hay muchos incentivos. Es cierto que eso limita a muchas personas. Pero al menos así se ve a las mujeres rurales», apunta.

«Romper estereotipos no es fácil, pero vamos sumando gotas poco a poco»

BEGOÑA LÓPEZ - Secretaria en la Coop. de Olivareros y Viticultores Ribera del Fresno

Begoña López es una de las tres mujeres que forman parte del consejo rector de la Cooperativa de Olivareros y Viticultores de Ribera del Fresno, que tiene unos 250 socios. Ella ocupa la secretaría. «Romper estereotipos es muy difícil y en este caso hay muchos que romper. Es un sector en el que los hombres están acostumbrados a trabajar de una manera y en el que muchas mujeres también prefieran que no haya cambios», lanza Begoña López. En el año 2012 comenzó a gestionar la explotación familiar después de formarse en Arquitectura Técnica. «Era el momento de afrontar el relevo generacional y di el paso», recuerda. Durante cinco años trabajó con su padre para tomar las riendas de los cultivos de olivar y viñas que tienen y poco después se puso al frente del negocio. «Ha sido una experiencia grata pero sorprendente. Es un mundo muy copado por hombres, aunque vamos dando pasos poco a poco. Vamos sumando gotas para que con el tiempo se vea que la mujer está y puede estar en el campo», dice.

En todo caso, se muestra también crítica con la dinámica de las cuotas: «Es verdad que hay que crear el espacio para que la mujer esté en los órganos de toma de decisiones. Pero al mismo tiempo la mujer tiene que implicarse y estar. No vale que sea solo una cuota», reivindica. Por eso considera que la «concienciación» es la mejor herramienta posible para cambiar los roles sociales que se tradicionalmente se han asignado a unos y otros.