Una mano blanca y una mano negra, una alemana y un brasileño, una de las reinas de la belleza y uno de los reyes del deporte, Claudia Schiffer y Pelé, glamur y fútbol, sacaron ayer a escena la Copa del Mundo, un trofeo de oro macizo por el que han empezado a pelear 32 países. Alemania abrió el fuego y lo hizo con la una doble fiesta. A la ceremonia de inauguración, le siguió un cómodo triunfo ante la débil Costa Rica (4-2). Una cosa es el lema del torneo --"El mundo entre amigos"-- y otra darle la mano al rival en el campo. Alemania ya dado el primer paso, pero no asusta como antes. Pero despierta pasiones. Un millón de alemanes siguió el debut de su selección a través de las pantallas gigantes que se montaron en sus ciudades.

Desde ayer y hasta el 9 de julio, al mundo le esperan "cuatro semanas de fútbol, fútbol, fútbol", según proclamó el presidente alemán, Horst Köhler, en el discurso de apertura del torneo, acompañado de Joseph Blatter, presidente de la FIFA, y el presidente del Comité Organizador, Franz Beckenbauer. En el centro del espectacular Allianz Arena de Múnich, ante 64.950 espectadores, el dirigente lanzó un deseo que reaparece cada cuatro años: "Que el fútbol una al mundo". De momento, el torneo servirá de escaparate en la lucha contra el racismo, una causa a la que la FIFA destinara cuatro millones de euros. En todos los partidos habrá una comisión para controlar tanto los gritos racistas como los símbolos neonazis.

BREVEDAD La ceremonia previa al partido fue breve, de apenas media hora, muy lejos de la parafernalia y la escenografía que

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