El sector catalán del cava ya no pasa unas navidades tranquilas. Desde que el año pasado el líder de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Josep Lluís Carod-Rovira, rechazara apoyar a Madrid como candidata olímpica, los empresarios han vivido con estupor las iras de quienes se enfurecieron y rechazaron comprar productos catalanes. Este año es el Estatut el que ha originado multitud de llamadas al boicot.

La reciente proliferación de webs, de cadenas de e-mails y sms y la repartición de octavillas a la salida de los supermercados incitando al bloqueo de "todo lo catalán" en España, pero también de los productos españoles en Cataluña, es un ejemplo de esa espiral que se está creando, y que tanto temen los empresarios.

Este efecto espiral que los extremistas de uno y otro lado están llevando a cabo, favorece a unos, pero perjudica a otros y no en la misma medida. Así, según comentaba el director comercial de una prestigiosa bodega no catalana y recogía la revista especializada en vinos Vinealis , "el boicot del cava catalán para Freixenet o para Codorniu puede no llegar a ser más que un ajuste contable; pero para el pequeño productor puede convertirse en un auténtico desastre, puede suponer su desaparición".

El primer toque de atención que percibió el sector tras el boicot del 2004 fueron las ventas del primer trimestre del 2005. Aunque los números concretos varíen según las fuentes, las horquillas parecen coincidir. Las ventas de cava en Madrid, durante la campaña navideña del año pasado, cayeron entre un 10 y un 12%, y siguieron cayendo hasta un 25%. A finales de mayo, diferentes responsables del cava expresaban su preocupación, según recoge la revista Vinealis .

Este temor entre los empresarios también lo percibió el líder del PP, Mariano Rajoy, quien a finales de octubre se desplazó hasta Sant Sadurní d´Ainoa (Barcelona), donde se produce más el 90% de la producción española. Rajoy fue a hablar con los productores para asegurarles que pondrá tanto empeño en la "batalla" en contra del Estatut como en la de "quienes jueguen a hacer boicots". Como argumento, dijo, "el cava y los productos catalanes son tan españoles como el jamón de Jabugo, el turrón de Alicante o el vino de La Rioja".

Sin embargo, el viaje relámpago de Rajoy no fue visto de la misma forma. Mientras unos alabaron la importancia del gesto, otros dijeron que fue "a apagar su propio incendio", como señalaba el socialista Diego López Garrido.