"Me ha cambiado la vida y para bien". Son las primeras palabras de quien desde hace seis años cuida y educa a la que un día fue una niña desconocida y ahora trata como hija. Es la voz de la experiencia, la valoración de una de las más de 300 madres de acogida existentes en la región. Su nombre es Egipciaca, profesora de Enseñanza Secundaria de un instituto de Badajoz que se cansó de vivir sola y, desde su estado civil de soltera, se propuso ser madre.

Egipciaca conocía las opciones existentes para saciar su instinto maternal, aunque tenía una predilección: adoptar. "Al principio me planteaba adoptar a un niño del extranjero. Sin embargo, era complicado y muy costoso. Luego surgió el programa de acogida de menores de la Junta, y me decidí", relata.

También recuerda que el proceso fue lento, pero satisfactorio: de la docena de personas que realizaron entonces los cursos de preparación, sólo ella logró hacerse cargo de uno de esos niños. Luego, en unos meses, comenzó a cambiarle la vida con la llegada de Nieves, hoy una jovenzuela de 15 años.

"Al principio fue díficil. Ella tenía una serie de vivencias acumuladas, porque llevaba desde los tres años en un centro de la Junta, había estado un año con una familia y la cosa no funcionó... Además, traía una serie de hábitos, con los horarios, con las comidas, con los estudios... y nos costó un poco", explica Egipciaca. Sin embargo, la relación se ha ido estabilizando hasta alcanzar una integración que parece total: "Ha colaborado mucho y ahora es una más de la familia. A mis hermanos los llama tíos y a mi madre, abuela".

Otra muestra es la progresión académica de Nieves en este periodo. Según su madre de acogida, cuando llegó tenía un nivel de conocimientos bajo para su curso, cuarto o quinto de Primaria. Pero con mucho esfuerzo ha logrado acabar la Enseñanza Secundaria (ESO) y en septiembre comenzará Bachillerato sin haber perdido ningún año. Incluso ya se plantea qué hará después: intentar llegar a la Universidad o apostar por un ciclo de formación profesional.

Una chica madura

Egipciaca la describe como una chica madura, aunque conserva arranques pueriles propios de una niña menor. Y es que con 15 años, conoce de primera mano la aspereza de la vida. Hace una década perdió a su padre y su madre biológica falleció hace apenas un mes. Con ella mantenía cierto contacto, al principio por medio de visitas y después --debido a una enfermedad-- a través del teléfono. Con quien sí ha logrado conservar mayor relación ha sido con su hermano, de 19 años y también residente en Badajoz. Quedan asiduamente y salen a pasear.

Durante este tiempo, la Junta les ha ofrecido una serie de ayudas económicas y, desde el primer día, miembros de la Cruz Roja se interesan por la convivencia, les ofrecen apoyo psicológico y asistencia social, e incluso les visitan de vez en cuando. Es la propia institución humanitaria la que ejerce de intermediaria entre la familia y la Dirección General de Infancia.

Egipciana y Nieves seguirán juntas al menos otros tres años. El régimen de acogida es permanente y, por tanto, se mantendrá hasta que alcance los 18 años. "Después ella tendrá que dicidir", señala la que ya es su única madre. Pero mientras llega ese momento, ambas comparten proyectos: "Es una experiencia a repetir. Lo hemos pensado y estamos casi decididas a solicitar la acogida temporal de un niño pequeño". Y es que Egipciaca lo tiene claro: "Recomiendo a otras familias que acojan niños, porque adoptar, sobre todo en el extranjero, es caro y a estas criaturas les puedes ofrecer cariño, darles felicidad y sacarles de unos centros que están algo saturados".