Niqui Macías es la dueña de su propio negocio desde hace 25 años, una mercería en la avenida Antonio Hurtado de Cáceres que en los últimos dos años ha notado los efectos de la crisis como nunca antes --"han venido a comprar hasta dos alfileres"--. Tiene 60 años y detrás de ese mostrador espera jubilarse. Empezó a trabajar con 17 dando clases en la extinta Sección Femenina y dice que nunca ha tenido problemas laborales por ser mujer, "ahora puede haber más, porque se ha perdido mucho respeto". Pero recuerda que si alguna vez se ha tenido que "poner firme a algún viajante" --siempre hombres-- o romper pedidos, lo ha hecho. Lo que falta dice es más respeto porque cada vez hay menos educación y más exigencias, pero todo se consigue con "buena voluntad": cuida de su casa, lo hizo de sus hijos ya mayores, de su negocio y ahora también de los abuelos. El secreto: "sentarse menos rato". G. MORAL