Aún no hay nada aprobado pero la posibilidad de que se puedan regular jornadas laborales de hasta 65 horas produce vértigo en los trabajadores. Eso sí, a excepción de los autónomos. "Ni cuento las horas que doy", dice el repartidor de chuches Germán Pavón, afirmación que suscribe detrás del mostrador de un kiosko del Paseo de Cánovas Luis Chancay. "A mí me da igual lo que se apruebe, de todos modos tenemos que hacer muchas horas para poder sacar algo", asegura. Una opinión que comparte el taxista Francisco Román, al volante desde el año 1973, "nosotros hacemos entre 10 y 12 horas diarias".

Pero son muchos los asalariados que coinciden en que el simple hecho de plantear esta medida ya es un retroceso importante en sus derechos. "Eso no hay cuerpo humano que lo pueda resistir" comenta Antonio Toril poco después de terminar su jornada laboral en una empresa de limpieza. "A veces tenemos que dar más horas para terminar algún trabajo, pero de forma puntual. Trabajar 65 horas a la semana se me hacen demasiadas".

"¿Es que solo van a trabajar los que ya están contratados? Si hay paro y encima aumentan las horas a los que ya tienen un trabajo ¿qué pasa con los parados? ¿Cómo van a encontrar un empleo?. Eso no se puede hacer", dice un empleado de la construcción.

"Es una medida que solo favorece al empresario, un retroceso absoluto", opina M Luz Pastor, que trabaja en una guardería pública. Es madre de una niña de seis años por lo que sabe que sería "imposible conciliar la vida familiar y laboral con semejante jornada. Si se necesita más mano de obra, la solución pasa por contratar a más personas, no por aumentar horas de trabajo", concluye.

Vanesa Rodríguez, por su parte, tiene un contrato en Correos. "Mejor que no cambien nada, que dejen la jornada como está", comenta sobre este asunto. "Serían muchas horas, pero si en un momento dado alguien necesita trabajar más y llega a un acuerdo no me parece mal".