María José Fernández regenta una pequeña tienda de alimentación en pleno centro de Mérida, apenas a treinta metros del Arco de Trajano. Lleva once años como autónoma en este lugar y su experiencia le avala para asegurar que "todo el mundo habla de crisis, pero yo no he notado nada especial en este negocio, porque los pobres seguimos siendo pobres y los ricos siguen siendo ricos", comenta mientras despacha a un cliente.

Su modesto establecimiento no ha perdido la misma clientela de siempre, a quien dispensa un trato personalizado y de confianza, y que suelen ser personas que no suelen tener demasiados problemas económicos, ya que para vivir en la zona donde tiene su negocio hay que tener dinero (está en pleno centro de la capital autónomica). Por eso, le cambia la cara cuando oye a todas horas hablar de crisis, "qué crisis", se pregunta algo harta de este comentario. "Yo entiendo que quién se haya quedado en paro sufra más, porque a lo mejor era el único sueldo que entraba en su casa, pero los que más se quejan son los que más tienen, sobre todo los bancos y los constructores; porque los demás estamos igual que siempre, tenemos lo mismo".

Y todo eso, sin olvidar, reitera, que los autónomos están más desprotegidos que cualquier otro trabajador a la hora de cobrar prestaciones por desempleo o de cualquier otro tipo, "pagando a la seguridad social más que nadie, no tenemos derechos", critica.