Lluvia de metralla contra la continuidad de la Monarquía. El grupo de la Izquierda Plural desplegó ayer toda su estrategia de visibilidad para evidenciar su no más rotundo a la ley de la abdicación que se votaba en el Congreso. Los diputados lucieron escarapelas republicanas en la solapa y, al inicio de la intervención de su portavoz, Cayo Lara, se pusieron en pie en sus escaños para mostrar pancartas en las que reclamaban la celebración de un referendo.

La amonestación del presidente del Congreso fue inmediata, y para evitar ser expulsados, las retiraron en cuestión de segundos. Lara hiló un discurso cargado de dardos contra los partidos que apoyaron la ley y también, contra la Corona. Afirmó que la Monarquía es una institución "anacrónica" y "radicalmente injusta" que trata a los ciudadanos como súbditos.

El portavoz acusó a la casa real de haber propiciado una abdicación opaca en la que el Parlamento ha quedado relegado, a su juicio, a un papel testimonial. Según dijo, la próxima entronización de Felipe VI, que se presenta como una regeneración del sistema, es en realidad solo una operación de imagen. "Sangre nueva para una dinastía decrépita", resumió. Lara recordó que la Monarquía está en los índices más bajos de popularidad y lo vinculó al impacto de los casos de corrupción que han salpicado a la familia, hecho que pone de manifiesto, insistió, la necesidad de un referendo.

HERIDA INFECTADA Acusó también a los partidos mayoritarios de pisar el acelerador en el trámite parlamentario de la abdicación de Juan Carlos: "No cierren hoy una herida que está infectada", les conminó. Para Lara, sí es posible plantear una consulta a la ciudadanía sin modificar la Constitución.

El portavoz de ICV, Joan Coscubiela, intervino al inicio de la sesión, en las cuestiones preliminares, y también acusó a PP y PSOE de tener una "grave dependencia política del debate exprés", lo que revela, a su entender, una gran "precariedad democrática".