"Me conoces muy bien. Yo a ti también pero no puedo decirte quien soy. Santiago está en Pinofranqueado, pero no quiere volver a casa". El día 18 de junio del 2002 el dueño del Hostal La Jarilla de Plasencia recibía la extraña llamada de un desconocido que le transmitió este mensaje.

El propietario del hostal es amigo íntimo de Santiago Sánchez, un placentino que entonces llevaba dos semanas sin dar señales de vida. Lo último que se sabía --y se sabe-- de él es que se pasó por el taller para recoger su coche. Todavía no estaba a punto y quedó en volver por allí más tarde. Nunca lo hizo. Desde aquel día han pasado ya casi tres años. Casi tres años sin que los padres de Santiago vuelvan a tener noticias de él. De noches de dormir mal y de viajes constantes cada vez que alguien cree haberlo visto. "Seguimos prácticamente igual que el primer día", se lamenta su padre, de nombre también Santiago, que añade que "esto es algo que no se te va de la cabeza en ningún momento".

Su hijo tenía 38 años cuando desapareció. De complexión fuerte y pelo prematuramente canoso, no estaba pasando un buen momento. Se había separado de su mujer, había tenido problemas con su familia política, y padecía "algo de depresión". Sin embargo, su padre da poco crédito a la hipótesis de una huida voluntaria. "Quería demasiado a sus dos hijas --de 16 y 12 años en la actualidad-- para estar todos estos meses sin ponerse en contacto con ellas", asegura. Que padezca diabetes --debía pincharse insulina dos veces al día-- también hace dudar de esta posibilidad. "Creo que no está vivo", concluye.

Ricardo Pérez, coordinador del Servicio Municipal de Protección Civil de Plasencia conocía a Santiago Sánchez y ha acompañado a su padre en varios desplazamientos para intentar localizarle. Tampoco cree que se haya ido motu proprio . "Sería muy raro que se fuese así. Por su forma de ser y por la necesidad que él tenía de sus ´niñas´", explica. Aunque no pierde la esperanza de que sea él quien haya decidido poner tierra de por medio o de que, incluso, se encuentre refugiado "en algún tipo de centro de acogida de índole religiosa o espiritual", piensa más bien que a Santiago "lo han hecho desaparecer".

El sobre

Menos de un mes después de la misteriosa llamada telefónica, las historia de Santiago dio otra vuelta de tuerca cuando alguien depositó en un buzón de correos un sobre fabricado con un folio y celofán. No tenía remite y dentro estaba la documentación del desaparecido. En el papel se había escrito la dirección de Santiago con un trazo de letra desordenado. "Como para despistar", apunta su padre.

El sobre fue enviado a Madrid, pero los expertos en caligrafía policiales no pudieron determinar si se trataba o no de la letra de Santiago. De esta forma, quedaba en nada el único indicio consistente que hasta la fecha se ha tenido en este caso.

Santiago Sánchez padre se muestra enormemente agradecido a Ricardo Pérez por el apoyo que le ha dado. "Sin él, las cosas hubiesen sido todavía más difíciles", asegura, pero está mucho menos satisfecho con la labor policial, porque considera que "no han colaborado todo lo que debían".