Poting Basile, de 36 años, Dobre Ionel, de 31, y Dragomir Coruel, de 34, son otros rumanos alojados en el campamento de Cruz Roja. Al igual que el resto de compatriotas, sólo tienen el visado de turista. Dragomir Coruel es un mécanico de Craiova, casado y con cinco hijos que ha dejado en su país.

"En España hay leyes, pero no son para todos, no atienden a todo el mundo. Nosostros venimos y no tenemos derecho a nada, ni siquiera a trabajar", relata Dragomir. Aunque asegura que ni él ni sus compañeros han tenido problemas con los españoles, no titubea al afirmar con rotundidad que "no vengo a pedir limosna, sólo quiero que me dejen trabajar, para eso tengo mis brazos y mi fuerza".

Comenta que sabe que los empresarios están deseando poder contratar a un temporero procedente de Rumanía, pero la ley actual en España no se lo permite.

Dragomir Coruel sólo pide que le den la oportunidad de trabajar durante un tiempo y poder demostrar así que son válidos para desarrollar cualquier tipo de labor en España. No obstante, reconoce que la legislación actual en materia de inmigración es una barrera que impide a estos personas poder subsistir en España dentro de la ley.