La felicitación de Navidad que el teniente Pérez Sánchez, de Cádiz, ha enviado a amigos y familiares por internet es made in Diwaniya : posando de uniforme junto a un blindado y con un gorro de Papá Noel. "El día de Navidad nos arrestarán porque formaremos a las siete de la mañana con el gorro", comenta el teniente mientras muestra sonriente el gorro rojo con la borla blanca que guarda en su mesa.

Los soldados españoles destacados en Irak celebraron el miércoles la Nochebuena en sus bases de Diwaniya, Nayaf y Babilonia. Lejos de casa, la prioridad por la seguridad impidió celebrar la noche con grandes algarabías. La rutina de las bases no se interrumpió --un 25% del personal trabajó, algunos en patrullas-- y sólo la cena, la misa del Gallo y unos esporádicos adornos --el árbol, un belén, un toro con unas guirnaldas...-- indicaban que la Navidad llegó a Irak. "Ni me doy cuenta de que es Navidad. En Diwaniya, cada día es lunes", dijo el sargento Marco Antonio Cáceres, de 30 años, originario de Badajoz, uno de los militares que pasó la Nochebuena de patrulla.

Cuatro langostinos

Cáceres cenó a las ocho de la noche, antes de entrar de servicio. El menú: entremeses, cuatro langostinos --ni uno más, ni uno menos, que tuvieron una calurosa acogida por parte de la tropa--, lomo, jamón, espárragos, ensaladilla rusa, solomillo de cerdo, turrones y polvorones. Como concesión navideña, un brindis con cava y vino.

La cena transcurrió con alegría: algunos soldados acudieron con gorros de Papá Noel y los brindis y las fotos de grupo se sucedieron antes de que el general de Brigada Fulgencio Coll felicitara las pascuas a los soldados. Sonaba un compacto de villancicos --Manolo Escobar incluído-- que podría calificarse de tortura psicológica casi digna de ser prohibida por la Convención de Ginebra, aunque algunos militares los cantaron a pleno pulmón. La morriña traicionó a alguna soldado, que no pudo evitar las lágrimas.

La noche para los que no estuvieron de servicio --que cenaron a las nueve-- se alargó hasta las once en la cantina, donde el miércoles tampoco se sirvió alcohol. Música española, villancicos, alguna guitarra y algunos regalos llegados de España alegraron la Nochebuena.

Noche fría

Y es que la Navidad en Base España --gélida por las bajas temperaturas y con mucho barro a causa de una tormenta reciente que daba un aspecto de Navidades marrones en vez de blancas-- tiene un aire de melancolía, de hacer de tripas corazón. Eso sí, los militares dicen estar comprometidos con su misión, ampliamente contestada por la sociedad española, y los mandos destacan la "alta moral". "Para que no te afecten estas fechas tienes que concienciarte de que cumples tu deber", dijo el sargento Francisco Henares, de 29 años, otro militar que patrulló esa noche.

"Estoy muy feliz por el trabajo que estoy haciendo en Irak, pero por dentro no puedo evitar acordarme de mi mujer, la Pili, y de mis hijos, Ilvaro y Noelia", explicó el teniente Pérez Sánchez. "Al fin y al cabo, nosotros estamos enfrascados en la rutina. La familia es quien peor lo pasa", comentó el sargento Cáceres, que, si Aznar no ordena lo contrario, en Irak, se perderá algo más que las Navidades: el nacimiento de su hijo, previsto para el próximo mes de marzo.