Apostar sobre los números mágicos que ofrece la defunción de un papa o la elección del sucesor es un vicio que en Roma se cultiva hace siglos. En 1562, Pío V lo prohibió y su sucesor, Gregorio XIV, ordenó la incautación de las sumas apostadas. Estos días, en las ventanillas del Lotto, una especie de Primitiva, se juega mucho la cinquina (cinco cifras) del 44-21-37-2-84, el número cabalístico sobre el Papa, hora y minutos de la muerte, día y años del difunto.

Aunque las oficinas de apuestas de Roma cerraron el día en que murió el Papa, la unificación europea permite hacer apuestas desde cualquier parte de la UE, apoyadas en los bookmakers de Londres o Dublín. Ayer las pujas del Pady Power Plc daban el cardenal italiano Tettamanzi y el africano Arinze, a 11 contra 4. El hondureño Maradiaga estaba a 9 contra 2 y el alemán Ratzinger a 7 contra 1, como el brasileño Hummes.