Con la voz tomada por una bronquitis, Helga de Alvear saludaba ayer con satisfacción la concesión de la Medalla de Extremadura: "Estoy contentísima, es un reconocimiento muy importante". Alemana de cuna (nació en Kirn Nahe --Renania Palatinado--, en 1936), pero española de adopción, es una de las coleccionistas y galeristas de arte moderno más importante del país.

Su colección, expuesta en la galería que lleva su nombre en Madrid, cuenta con 2.000 piezas valoradas en 140 millones de euros y pronto se podrá visitar en Extremadura, ya que ha cedido todas las piezas para que la Junta de Extremadura abra en Cáceres un gran centro de artes visuales. El museo estará ubicado en la Casa Grande y se inaugurará, según las últimas previsiones, en unos meses.

"No sé por qué me lo dan. Nunca me han entregado una medalla y no sé si la merezco", señala antes de culpar de este reconocimiento a Toño y José, del Restaurante Atrio, y a Rodríguez Ibarra. "Ellos me animaron a iniciar este proyecto, con el que estoy volcada. De hecho, ya no compro como coleccionista, sino pensando en el museo".

Ni la II Guerra Civil ni la nostalgia de su tierra le han agriado el carácter. Simpática y accesible, llegó a España para estudiar castellano y aquí encontró el amor, primero en su marido, el arquitecto Jaime de Alvear, y después por el país y por el arte. "Comencé en 1967 para decorar mi casa y ahora tengo una colección en la que trato de proyectar mi personalidad".