Alguien tan poco sospechoso de simpatizar con Barack Obama como Karl Rove --el gurú que llevó a la victoria a George Bush en el 2000 y el 2004-- colgó ayer en su web su predicción sobre la jornada electoral en EEUU: 338 votos electorales para el demócrata y 200 para el republicano, en lo que sería una barrida en toda regla. Se necesitan 270 votos electorales para ganar las elecciones. Vaticinaba un hecho histórico: el cumplimiento del sueño que tuvo hace 45 años Martin Luther King.

A medida que millones de estadounidenses acudían masivamente a las urnas en una larga jornada electoral que, de costa a costa, iba a durar 19 horas, las encuestas coincidían con Rove y la gran afluencia a las urnas parecía decantarse hacia Obama. El país, con mayor o menor cautela, se disponía a hacer historia y convertir al senador en el primer inquilino negro de la Casa Blanca. No te olvides de votar. Es tu obligación , rezaba un cartel luminoso en la localidad de Bethesda (Maryland). Desde primera hora de la mañana, los votantes acudieron de forma masiva a los colegios electorales para depositar su voto, generando imágenes de largas colas. Al cierre de esta edición, en varios estados del país se había informado de problemas, sobre todo vinculados con largas esperas para depositar el voto en la urna.

En total, 153,1 millones de estadounidenses se habían registrado para votar (la cifra más alta de la historia), y en algunos estados se trabajaba con la previsión de que votaría más del 80% de los registrados. La alta participación (que a falta de datos oficiales iba camino de romper récords) fue la primera buena noticia que recibió Obama en una jornada en la que aspiraba a entrar en los libros de historia. A nivel logístico, su campaña se ha basado en impulsar la participación sobre todo de dos sectores del electorado --los jóvenes y los negros-- que por diferentes motivos no suelen votar de forma masiva. Las imágenes de las grandes colas que emitieron las televisiones desde primera hora fue el primer indicio de que ayer podía ser su día. Aunque, prudencia obliga: los republicanos se pasaron las 72 horas previas a la votación efectuando una agresiva campaña para llevar a sus simpatizantes a las urnas.

La alta participación de ayer fue el último récord de una campaña que por derecho propio, independientemente de cuál fuera el resultado final, será estudiada por las generaciones venideras. Ha batido marcas de duración, de dinero gastado y de diversidad, abriendo la puerta a dos colectivos --los negros y las mujeres-- que nunca habían tenido primeros espadas en el proceso de elección del presidente. Ha sido la campaña de YouTube, de la recaudación de dinero por internet, de la consolidación de los blogs , de la cuarentena de debates y de un interés e implicación ciudadana inéditos.

EL CAMBIO Si las encuestas no fallan, será recordada como la campaña del cambio, simbolizado en Obama --cuyo segundo nombre es Husein-- cuya victoria para muchos incluso ayer continuaba siendo impensable. Es la campaña en la que, según los sondeos, los demócratas lograrán una holgada mayoría en el Congreso y en las elecciones a gobernador que ayer se celebraron, borrando los ocho años neocon en un giro a la izquierda.

George Bush, el gran símbolo de estos últimos ocho años con tantos fiascos, ha sido el gran protagonista ausente de la campaña. Nunca un presidente en su último mandato había aparecido tan poco para ayudar al candidato de su partido. McCain se encontró en la paradójica situación de verse vinculado al presidente con los peores índices de popularidad desde que se hacen este tipo de encuestas.