Mosul amaneció ayer en cierta calma, tras dos caóticas jornadas de pillaje y ajustes de cuentas. La violencia se mudó a las afueras de esa ciudad y de la vecina Kirkuk, las dos mayores del norte de Irak. En Kirkuk, la situación ya estaba bajo control desde el sábado. Pero unos kilómetros al sur, ocho personas (tres kurdos y cinco árabes) murieron en refriegas entre ambos grupos étnicos en Huwaija, en la carretera que lleva a Tikrit, la ciudad natal de Sadam Husein.

Un líder tribal árabe de Huwaija acusó a los peshmergas (milicianos kurdos) de darse al pillaje. "Han venido a robar y han matado a algunos de nosotros cuando intentaban desvalijarlos en la carretera", declaró a la agencia británica Reuters. Los kurdos rechazaron esa acusación y aseguraron que fueron atacados por los árabes cuando intentaban atravesar la zona de Huwaija.

ENFRENTAMIENTOS ETNICOS

Los choques entre kurdos y árabes menudean en el norte de Irak desde que los peshmergas, aliados de Estados Unidos, tomaron la semana pasada Kirkuk y Mosul. El régimen de Sadam había expulsado a miles de familias kurdas de ambas ciudades, ricas en petróleo, y las había sustituido por árabes. La rendición de Kirkuk y Mosul a las milicias kurdas ha ido seguida de saqueos, venganzas y choques entre esas dos etnias.

Entre tanto, los primeros tanques estadounidenses llegaron ayer a Kirkuk, donde la retirada de los peshmergas, exigida por Turquía, es completa, a excepción de los milicianos requeridos por el mando aliado. El ministro de Exteriores turco Abdulá Gul, confirmó ayer la retirada de las fuerzas kurdas de Kirkuk y Mosul, pero aseguró que sigue la evolución de los acontecimientos en el Kurdistán iraquí "muy atentamente".