El ocio diurno está sustituyendo al tradicional ocio nocturno? ¿está cambiando el modelo por las restricciones por el ruido o se está ampliando la oferta? Para los hosteleros, estamos desde hace varios años ante un cambio progresivo del modelo de ocio, desde el tradicional ocio nocturno a otro que, cada vez más, aprovecha la luz del día (sale a comer y después de copas) y con la noche regresa a casa. Sin embargo, para los vecinos de las principales zonas de ocio de la región, que se agruparon en una plataforma contra el ruido, lo que se está produciendo más bien es una «convivencia» entre ambos modelos: según la franja de edad, se sale más de día o de noche, es su percepción.

«Valoramos que los hosteleros apuesten por un modelo de ocio durante el día. Pero nuestra percepción es que, por el momento, es más una intención que una realidad, según nos trasladan los colectivos de las principales ciudades. La gente sigue saliendo de noche y la prueba de ello son nuestras reivindicaciones», subraya José María Iglesias, uno de los portavoces de la plataforma de vecinos.

Frente a esa postura, el gerente de la Confederación de Empresarios de Turismo de Extremadura (CETEX), Antonio Martínez, afirma que «hace unos cinco años que se empieza a notar esa nueva tendencia», (aunque no lo cifran) especialmente en la franja de edad entre 30 y 50 años. «Hay que favorecer que a ese público se le pueda ofrecer algo más», afirma. Apela por ello a que se favorezca una «profunda renovación del marco normativo» por parte de las administraciones, que flexibilice sus horarios de actividad y la categorización de los establecimientos: «que permitan integrar el ocio, la cultura, la gastronomía y los espectáculos para poder ofrecer al cliente algo más que una copa y que ese ocio de día no sea solo de viernes y sábado, sino también durante más días de la semana, para atender la demanda del turismo», reivindica.

más familiar/ Para los empresarios del sector, el ocio nocturno en Extremadura es «cada vez más diurno, cultural y familiar», en sintonía con lo que está sucediendo en el resto de España («es un modelo de ocio más europeo», sostiene Antonio Martínez), según se puso de manifiesto en la asamblea general de asociaciones de ocio nocturno de España, que se celebró la semana pasada. En ese foro, las entidades participantes, entre ellas CETEX, advirtieron que las sesiones de vermut, los conciertos acústicos, el boom del ‘tardeo’ (tapas o copas por la tarde), la programación de espectáculos durante el día y la fusión entre ocio y gastronomía marcarán los próximos años del sector.

Extremadura cuenta con 700 empresas dedicadas al ocio que generan unos 4.500 empleos en la región (especialmente jóvenes y precarios, eso sí), y representa el 3 % del Producto Interior Bruto (PIB) regional, con más de 500 millones, según los datos de CETEX. A nivel nacional, hay más de 200.000 puestos de trabajo que dependen del sector del ocio.

la ley antitabaco/ «No conozco ningún estudio al respecto aunque es cierto que se ve a más gente en las calles durante el día», reconoce el sociólogo Artemio Baigorri, que en todo caso lo atribuye a un compendio de factores; el primero de ellos, la aplicación de la ley antitabaco: «se ve más gente en las calles y en las terrazas, pero la lectura es engañosa, porque no es que haya más gente, es que la gente que estaba dentro del bar antes, ahora está fuera, ocupando las aceras en terrazas que cada vez están ganando más terreno», advierte.

Lo cierto es que las solicitudes para terrazas no han dejado de crecer en el último año. Solo en la ciudad de Cáceres, han pasado de 139 en el 2016 a 164 en el 2017. Los datos del 2018 no están aún cerrados pero se prevé un incremento y de hecho el ayuntamiento decidió hace unas semanas ampliar el plazo de solicitud por el elevado número de peticiones. «Las terrazas empiezan a generar el mismo problema que en su día el botellón. Lo que empezó a preocupar del botellón no fue que los jóvenes bebieran, sino el ruido y la suciedad», advierte el experto.

MÁS CULTURAL/ Para el sociólogo, el único repunte del ocio de día puede estar relacionado con una franja de edad en torno a los 35 años, de gente que continuó haciendo botellón en los años de la crisis porque era lo que se podía permitir y que ahora tiene una situación económica algo más favorable y una situación familiar distinta, con hijos. «Hay ahí una generación que no se puede comprar una casa, pero que sí puede hacer un viaje a un concierto determinado, o salir, pero en una franja horaria de día por su nueva situación familiar», explica Baigorri.

Más allá del consumo, el sociólogo sí coincide con los hosteleros en que existe en determinadas franjas de edad una demanda de actividades culturales («se ha puesto de manifiesto en Badajoz, por ejemplo, con el cierre del COC», recuerda) que hace legítima esa reivindicación por parte de los empresarios de modificar el marco normativo para permitirles adecuar la oferta y que las cultura tenga cabida en los bares. «Es cierto que la normativa que arrastramos es muy antigua y por tanto, la distinción que hace entre bares para beber y sitios de espectáculos debería poder adaptarse a la realidad actual», sostiene.

¿Y el botellón?/ Está en retroceso desde que se sacó del centro de las ciudades en el 2003 y se limita desde hace años a una alternativa minoritaria y ligada a los más jóvenes, muy lejos de las convocatorias masivas de finales de los años 90. Ahora únicamente son citas multitudinarias cuando se vinculan a eventos concretos como el caso de Womad en Cáceres o la fiesta de los Palomos en Badajoz. «Pero para eliminar ese modelo hay que darles alternativas a los jóvenes, como conciertos en zonas en las que después puedan continuar de fiesta tomando alguna copa en locales de la ciudad», advierte el gerente de CETEX, que pide para eso la colaboración de los ayuntamientos. «Si las administraciones cortan con el botellón, el empresario ya se pondrá las pilas para tener una alternativa que ofrecer.