Añoran su tierra, su cultura y a los seres queridos que dejaron en sus países de origen. En algunos casos su camino hasta España ha sido una auténtica odisea, por mar, tierra o aire. Por eso no es de extrañar que, como apuntan desde la Consejería de Sanidad, uno de los principales problemas de salud que sufren los inmigrantes sea el llamado síndrome de Ulises .

"Es un fenómeno poco conocido. Sus síntomas son la tristeza y el sentimiento de soledad. Es parecido a una depresión, pero causada por tener que abandonar su país, sus costumbres y a sus familiares", explica José María Vergeles, director general de Formación, Inspección y Calidad Sanitaria, que advierte que a pesar de ello, no suelen acudir a las consultas médicas para ser atendido de esta afección. De hecho, asegura que la mayoría de los inmigrantes no están acostumbrados a utilizar el servicio sanitario "porque en sus países de origen no está tan integrado en la sociedad".

Y es que la inmigración no solo tiene consecuencias sociales y económicas. El Servicio Extremeño de Salud (SES) se ha visto obligado a adaptarse, administrativa y profesionalmente, a este fenómeno. Así, por ejemplo, se han establecido tres vías de atención sanitaria para los extranjeros. Los ciudadanos comunitarios pueden acceder al sistema en las mismas condiciones que cualquier extremeño, pero el coste originado se remite al Estado de origen. En el caso de no pertenecer a alguno de los estados miembros de la Unión Europea, pueden acceder al SES si está afiliado a la Seguridad Social o si pueden acreditar la necesidad de recibir asistencia sanitaria (es lo que ocurre con los inmigrantes acogidos por la Junta procedentes de Canarias).

Además, como tercera opción, en el 2004 la Administración autonómica puso en funcionamiento la denominada Tarjeta de Atención Sanitaria (TAS), dirigida a inmigrantes que no tengan acceso al servicio público. "Con ella se convierten en un usuario más del SES y para obtenerla es necesario estar empadronado en un municipio de la región y acreditar no estar inscrito en la Seguridad Social", explica Vergeles. Actualmente, según la consejería, hay 8.828 extranjeros en posesión de la TAS, la mayoría de ellos procedentes de Rumanía, Marruecos y el Sáhara Occidental.

Vacunas y enfermedades

Pero al margen de los obstáculos administrativos, culturales o idiomáticos, otro de los grandes problemas que origina la inmigración al SES lo constituyen las diferencias entre los calendarios de vacunaciones de España y el resto de países, "porque nos obliga a adaptar dosis y fechas", reconoce Vergeles.

A ello se suman enfermedades infecciosas minoritarias o erradicadas en Europa, como la tuberculosis o el paludismo. "Los médicos somos más conscientes de la necesidad de formarnos en la atención a patologías a las que no estamos acostumbrados, porque si el médico no piensa en que se pueden dar, es fácil que no acierte con el diagnóstico".

A pesar de ello, desde el SES advierten que los inmigrantes no suponen focos de contagio y destacan que se trata de personas con una fuerte salud: "Son los más fuertes, los que han superado condiciones extremas para llegar aquí. Es pura selección natural".