La larga crisis está creando una nueva casta de parados. De momento son minoría, el 24%, pero su número crece con rapidez. Sufren la dificultad de encontrar los escasos puestos de trabajo que crean las empresas y la angustia de ir agotando todas las ayudas públicas. El aumento del desempleo en febrero, con 68.260 demandantes de trabajo más inscritos en el Servicio Público de Empleo, hasta alcanzar la cifra de 4,299 millones, agrava el problema de los nuevos parados desprotegidos. Los que no tienen empleo ni cobran prestación suman ya 1,1 millones de personas. Su único recurso es solicitar a unas comunidades autónomas desbordadas las rentas sociales de emergencia o acudir a onegés en busca de comida.

Los sindicatos CCOO y UGT advirtieron ayer de las cifras "alarmantes" de desempleados que se quedan desamparados y condenados a la pobreza. La prestación contributiva de paro y los subsidios cubrían en enero al 76,10% de los desempleados, unos cuatro puntos menos que un año antes, cuando la tasa de cobertura alcanzó un récord de más del 80%. El descenso se basa en el agotamiento de la duración máxima de las ayudas habilitadas por el Gobierno, con un presupuesto de 30.000 millones.

Ahora los más perjudicados son las víctimas laborales de la crisis de inicios del 2008. Los que perdieron el trabajo a finales de ese año o principio del 2009 están agotando ahora la paga contributiva máxima de dos años. En enero dejaron de cobrar 224.000 personas. Los que perciben el subsididio se incrementaron el 5,8% y alcanzaron 1,3 millones de desempleados. El saldo final es que 106.000 personas han pasado a engrosar el ejército de 1,1 millones de parados sin ayudas.