Hace algo menos de tres lustros, Alfonso Gallardo ponía en marcha en Jerez Siderúrgica Balboa, un proyecto industrial de dimensiones desconocidas en Extremadura y que se colocaba entre los primeros del país. De esta matriz fueron surgiendo factorías dedicadas a la producción de distintos derivados del acero, la mayoría ubicadas también en la localidad extremeña, aunque la expansión también incluyó empresas en Asturias y Madrid, configurando el Grupo Gallardo.

Al mismo tiempo, el industrial jerezano ya ideaba diversificar sus actividades, lo que dio paso a la puesta en marcha de Cementos Balboa, abierta en mayo del 2005 y que produce 1,6 millones de toneladas de cemento al año. Dentro de esta diversificación surgió otra empresa dedicada a las obras públicas.

Solapándose con proyectos como el de la cementera, Gallardo puso sobre la mesa el proyecto de la refinería, cuya relevancia no sólo se ha debido a las cifras puestas sobre la mesa: una inversión de 1.800 millones de euros y la creación, según la empresa, de 3.500 empleos directos e indirectos, sino a que ha sido y es uno de los proyectos que más polémica ha traído.

En su negocio original, la actividad tampoco ha parado. Hace poco más de un año, Gallardo compraba a Arcelor tres factorías, con un desembolso que rondó los 270 millones de euros, y que elevó su producción en 1,7 millones de toneladas de acero por año, con una facturación de 1.448 millones de euros. Además, a la vuelta de meses estará lista la ampliación de Siderúrgica Balboa, que llevará la producción hasta los 4,2 millones de toneladas anuales.