TCtuando se habla de trastornos del sueño, generalmente se hace referencia al problema del insomnio, que padecen muchas personas de forma crónica y casi todo el mundo de forma aguda en determinadas situaciones. Sin embargo, hay otros problemas y trastornos del sueño que pueden ser mucho más peligrosos que el insomnio. Se trata de la apnea, una palabra que proviene del griego y significa "sin aire". Todos tenemos fases de apnea; es decir, unas pausas en nuestra respiración, que son muy breves y que únicamente presentan problemas cuando duran más de 20 segundos, un tiempo que parece corto, pero que para dejar de respirar es ya bastante largo.

Si la apnea ocurre cuando la persona que la padece está despierta, el centro nervioso que regula la respiración, localizado en el tronco encefálico que se encuentra entre el cerebro y la médula, reacciona rápida y automáticamente, sin que nos demos cuenta. Esta podría ser una de las causas del bostezo, que sin embargo no explica uno de los fenómenos más curiosos del mismo, que es la imitación, es decir, el hecho de que muchas veces bostezamos porque vemos bostezar a alguien, o incluso más inexplicable: cuando vemos bostezar a alguien que está unas filas por delante nuestro después de haber bostezado nosotros y sin que nos haya visto.

El problema es si la apnea se presenta durante el sueño, cuando el centro nervioso de la respiración reacciona más lentamente. Este fenómeno se denomina médicamente síndrome de apneas-hipopneas durante el sueño. Se considera que existe este trastorno cuando el número de pausas en las que cesa la respiración es superior a 10 por hora durante el sueño y además si la persona que sufre de apnea presenta somnolencia crónica durante el día, así como trastornos neuropsiquiátricos y cardiorrespiratorios. Se estima que hasta el 4% de los hombres y el 2% de las mujeres de entre 30 y 60 años padecen este síndrome. En ancianos la frecuencia es incluso mayor de lo que se creía previamente y en las población de más de 70 años puede llegar hasta un 25%.

A veces la falta de respiración es observada por otras personas que despiertan al paciente, pero esto no siempre ocurre y, aún cuando en la mayoría de los casos no tenga consecuencias graves, en algunos puede ser un peligro de vida que requiere una atención médica inmediata.

Resulta importante saber que el roncar, algo que aunque moleste se considera que no tiene importancia, es precisamente uno de las principales manifestaciones del síndrome apnea-hipopnea. Aunque, por otra parte, el ronquido puede ser un signo de alarma que despierta a la persona que está roncando y que impide los efectos perniciosos de una apnea prolongada.

Una de las consecuencias de la apnea nocturna que pueden observarse es el incremento de la tensión arterial, tanto nocturna como diurna, que sufren muchos de estos pacientes. Esta hipertensión viene provocada por la falta de oxígeno que se produce durante la apnea, que se compensa con un mayor aporte de sangre al cerebro y al corazón.

Además, algunos de los pacientes que sufren la apnea nocturna presentan un mayor número de arritmias cardíacas. Asimismo se ha considerado la posibilidad de que lleve a un aumento de la arterioesclerosis, debido a los radicales libres que se producen a causa de los episodios intermitentes de hipoxia y reperfusión, así como a las alteraciones de la coagulación sanguínea que presentan algunos pacientes con apnea nocturna. En diversos estudios clínicos se ha confirmado que enfermos que han sufrido un infarto de cerebro o de corazón padecen el síndrome de apnea-hipopnea.

Las causas de la apnea son muy variadas, la más frecuente es una obstrucción de las vías respiratorias. En raras ocasiones en el adulto, pero con cierta frecuencia en los niños prematuros, se debe a un defecto en el sistema nervioso que regula la respiración.

Según sean las causas y la intensidad de la apnea el tratamiento será distinto. Cuando sea leve bastará con algunas medidas fáciles de conseguir: rebajar el peso, dormir de lado, utilizar aparatos que impiden el ronquido modificando la situación del velo del paladar o de la lengua. Cuando la apnea es más intensa existen aparatos más sofisticados, que a través de una máscara mantienen la aportación de aire e impiden la obstrucción de las vías respiratorias. A veces, sobre todo en los niños, el tratamiento será la extirpación de las tonsilas aumentadas de tamaño. Hay que saber que con la edad, si no se tratan, las crisis de apnea nocturna suelen ir en aumento. Por ello, y teniendo en cuenta que disponemos de métodos para tratarla, cuando tengamos sospecha de padecer nosotros o algún miembro de la familia este tipo de trastorno respiratorio conviene acudir al médico.

*Neuropatólogo y rector emérito de la Universidad Internacional de Cataluña.