"Al comienzo hubo un parón, pero después la gente volvió a salir. La vida sigue. La gente quiere vivir". Jesús M. no es filósofo. Es el corpulento portero de una discoteca de Madrid que reflexiona en voz alta sobre la conducta de los clientes de su establecimiento después de los atentados del 11-M.

Ayer se cumplió el primer aniversario de la peor masacre terrorista en suelo europeo, que dejó 192 muertos, centenares de heridos, un sinnúmero de familias destrozadas y cerca de 3.000 personas con trastornos psicológicos. A todos ellos les cambió la suerte el día fatídico. Pero, ¿qué sucedió con el resto de los españoles? ¿Cambió realmente algo en España tras el 11 de marzo de 2004?

Las comparaciones con el 11 de septiembre del 2001 son inevitables. Después de sufrir el mayor ataque terrorista en su territorio, EEUU ardió en espíritu patriótico y cristiano. Banderas de barras y estrellas aparecieron por doquier. Presos de la conmoción, los ciudadanos cerraron filas en torno a su presidente, desarrollaron una obsesión enfermiza por la seguridad y aceptaron casi sin rechistar la adopción de la ley patriótica, una legislación antiterrorista que atenta contra los principios democráticos elementales.

En España, al día siguiente de la masacre, millones de personas se echaron a la calle para manifestar su repulsa a la violencia. Pero, en lugar de apoyar al entonces presidente, José María Aznar, lo recibieron con una rechifla colosal por mentir sobre la autoría de los atentados. "¿Quién ha sido?", vociferó la muchedumbre enardecida. Dos días después, contra los pronósticos, los españoles sacaron al PP de la Moncloa y pusieron en su lugar a José Luis Rodríguez Zapatero.

Los votantes conocenla fuerza de los móviles

Fue ése el primer gran cambio de España tras el 11-M. Un vuelco político, con efectos en todos los ámbitos sociales. Al catedrático de Psicología Social Federico Javaloy no le sorprende la victoria del PSOE. Aznar había embarcado a España en una guerra que rechazaba el 90% de la población. Zapatero prometía retirar las tropas."Ganó la opción más cercana a los valores de la mayoría de los votantes: democracia, solidaridad y pacifismo", dice Javaloy.

Para este experto, lo realmente llamativo de las elecciones del 14 de marzo es que en ellas se produjo un fenómeno inédito en el mundo, que él denomina "la revolución de los móviles": la utilización de los mensajes SMS como herramientas de activismo político. "El ciudadano se ha dado cuenta de que tiene poder y eso va a influir en la forma de hacer política en este país", dice.

Crece la amenaza del racismo antiárabe

Junto a este avance, en el horizonte acechan algunos peligros. El principal: el racismo y la xenofobia. Esteban Ibarra, portavoz del Movimiento contra la Intolerancia, afirma que desde el fatídico 11 de marzo ha aumentado la "amenaza latente" del rechazo a magrebís y musulmanes en general.

En el último barómetro del CIS, de enero pasado, tan sólo el 0,5% de la población considera el racismo uno de los tres principales problemas de España. Pero, al mismo tiempo, un 21% incluye la inmigración, frente al 13,9% que lo hacía días antes de los atentados. Al igual que Ibarra, el catedrático Javaloy señala el racismo como el principal "impacto negativo" del 11-M. Argumenta que el problema no se refleja en los sondeos porque los encuestados "no expresan abiertamente su racismo".

Los pasajeros hanvencido el miedo inicial

Los brotes xenófobos, de momento, son anecdóticos. El valor de la tolerancia ha imperado sobre la desconfianza. A ello ha contribuido la moderación del discurso oficial respecto a la etapa de Aznar, cuando desde el Gobierno se asociaba la inmigración a delincuencia y se agitaban las banderas del patriotismo y el cristianismo como valores supremos.

El nuevo clima ha facilitado el tránsito hacia la normalidad cotidiana tras el impacto de los atentados. Uno de los indicadores más ilustrativos es lo que ha ocurrido con los trenes de cercanías de Renfe en la comunidad de Madrid. En abril del 2004, un mes después de la masacre, el número de pasajeros cayó en un 9%. El horror de los vagones incinerados y los raíles retorcidos por las bombas estaba aún muy fresco.

En el mes de mayo comenzó la recuperación y muy pronto se alcanzó el flujo habitual. Pese a todo, el fuerte bajón de abril contribuyó a que las líneas de cercanías cerraran el 2004 con un 0,6% menos de pasajeros que el año anterior.

Lo curioso es que el Corredor del Henares, donde se registraron los atentados islamistas, experimentó el mayor aumento de pasajeros: un 2,7%. Un portavoz de Renfe lo atribuye a que en ese corredor se ha sumado una estación de intenso trasiego universitario.

Los consumidores hansuperado la contención

Los hábitos de consumo también han vuelto a su cauce. En los meses siguientes a los atentados se redujeron drásticamente las compras de viviendas y de otros bienes duraderos. La masacre había provocado en los españoles un "deterioro de expectativas", según explica el director de Estudios del Instituto de Estudios Económicos, Gregorio Izquierdo.

Pero el sentimiento de pesimismo fue transitorio. Para Izquierdo, la sociedad española ha podido recuperar con relativa rapidez sus hábitos de consumo porque su experiencia de tres décadas frente a ETA le ha llevado a "interiorizar" el fenómeno terrorista. Por contra, dice, en EEUU el impacto fue "brutal" y ha tenido efectos más duraderos porque los ciudadanos no estaban habituados a un terrorismo de tal magnitud en su territorio.

También en las quejas de los consumidores se refleja una vuelta a la normalidad. En los cuatro meses que siguieron a los atentados se redujeron drásticamente las denuncias ante la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Una portavoz de la asociación sostiene que el bajón pudo obedecer a que la gente, ante la magnitud de la tragedia del 11-M, consideraba "intrascendentes" sus problemas. Pero al regreso del verano aumentaron las reclamaciones, y el año cerró con un incremento de quejas respecto al 2003. La gente había vuelto a dar importancia a sus pequeños contratiempos, como la rotura de la licuadora o la reparación defectuosa del equipo de sonido.

El paro supera al terror como problema

Un año después del 11-M, los españoles consideran mejor la situación política que en vísperas de la masacre, según los sondeos del CIS. Días después de los atentados, el terrorismo pasó a ser la primera preocupación de los ciudadanos, pero en el barómetro de enero pasado el paro ha vuelto a situarse a la cabeza de las inquietudes.

Felipe Hernández Cava, coordinador de 11 miradas del 11-M , un libro sobre los atentados de Madrid para el que ha reunido a algunos de los mejores ilustradores de España, sostiene que existe "un antes y un después" de la matanza, aunque considera prematuro formular un juicio sobre lo sucedido ese día aciago y sobre las consecuencias que tendrá en la sociedad. Hernández Cava dice tener clara sólo una cosa: "Ese día perdimos la inocencia".