Los padres de la pequeña eran unos perfectos desconocidos en Talarrubias. Pocos conocían a los inquilinos de la casa --ayer precintada-- frente al número 40 de la avenida de la Constitución. Era una familia rumana, una pareja de 18 años con dos hijas de 3 años y de año y medio que nadie había visto por la calle. Chelo, propietaria de un establecimiento situado unos metros más abajo, afirmaba que sólo llevaban 10 días viviendo en la casa y que únicamente había visto una vez a la madre de la niña ahora fallecida. Estaba sorprendida porque se había enterado esa misma mañana por la radio.

En la localidad hay 37 inmigrantes censados según los datos aportados por el Ayuntamiento de Talarrubias de los que 19 son hombres. Uno de ellos es un albañil que trabaja en la rehabilitación de una discoteca cercana al ayuntamiento. No quiere dar nombres, pero es el único que dice conocer a la familia. Asegura que actuó como traductor cuando detuvieron a la abuela por presuntos malos tratos. "Fue hace una semana o así. La mujer estaba al cargo de sus otras dos hijas pequeñas y las dos nietas porque los padres de la niña y su marido estaban en Sevilla en la recogida de aceitunas. Ahora no trabajaban en nada" recuerda consternado porque ni siquiera sabía la muerte de la niña

CASA PRECINTADA La casa estaba precintada y este precinto era tema de conversación ayer. En el bar Avenida, al principio de la calle donde residía la pequeña, Agustín, Felipe, Juan y José --el propietario-- hablaban de lo ocurrido. Tampoco los conocían porque según el hostelero, "en el último mes han llegado cientos, sobre todo por la recogida de la aceituna". Incluso recordaba que uno había preguntado por la aceituna de verdeo "y tuvimos que explicarle que aquí la que hay es para almazara".

Otro de los contertulios hablaba de la forma de vida de los rumanos del pueblo asegurando que "viven en casas, pero se les alquila por habitaciones porque hay muchos que han dejado a deber el alquiler; en mi caso fueron 700 euros". Afirman que están por todas las esquinas y que hay algunos muy integrados, como el compañero de Agustín, que trabaja para una distribuidora de congelados.

Más arriba, en la clínica dental, Juan, Laura y Mercedes, de entre 25 y 28 años niegan también conocerlos, y al igual que sus vecinos, se enteraron por la radio de lo ocurrido. Coinciden en que son muchos los rumanos que han llegado últimamente y recuerdan que incluso hubo semanas atrás un pequeño asentamiento junto a la plaza de toros, "pero se fueron", indica Laura.

Ni siquiera sus paisanos los conocen. Buzatu Dimitrio es un rumano que llegó a Talarrubias hace tres semanas con su mujer, un hijo y un sobrino. En un deficiente castellano, decía venir para la recogida de aceitunas aunque ahora no encuentra trabajo.