Tiempo al tiempo. Con esta expresión, los ertzainas acotan la ola de euforia tras el anuncio de alto el fuego. Los 7.200 agentes de la Ertzaintza saben lo que es tener miedo: todos han estado en el punto de mira de ETA. La banda no tardó en colocarles al lado de los "enemigos". El número de agentes y mandos de la policía autonómica asesinados (13) confirma que los etarras les colgaron la etiqueta de "objetivo prioritario".

"Habrá que esperar y ver cómo se van desarrollando los acontecimientos. Esto no se termina de la noche a la mañana", reflexionan Aitor y Julen. "De momento no tienes la amenaza de que te maten, pero nadie sabe qué harán esos a los que Xabier Arzalluz llamó chicos de la gasolina. Y esos también te pueden romper la vida", añaden en referencia a la kale borroka . Ambos están en el equipo de Seguridad Ciudadana, en la calle.

Parar la máquina

La maquinaria de la violencia terrorista lleva muchos años engrasada. Por ello, no sólo creen que es difícil frenarla de golpe, sino que además barajan la posibilidad de que ETA, que puede controlar a sus comandos, quizá no desee hacer lo mismo con "los que están por aquí, dispuestos al asalto en cualquier momento".

Aitor y Julen admiten que su crítico juicio, sus temores ante la posibilidad incluso de que surja alguna "escisión" en la banda, no pretende aguar las expectativas. Entre otras cosas, porque ellos mismos las acarician. Vaticinan que todavía habrá "lágrimas y dolor", pero celebran que el camino hacia la paz haya comenzado. "Ojalá esto tenga un buen final y creemos que no puede ser otro que la tregua definitiva y la desaparición de ETA. Pero, ¡ojo!, no nos precipitemos", dicen sin poderse desprender de la cautela.

Esta precaución le sobra a Roberto. Sindicalista de CCOO, admite sin rodeos que no cree en este alto el fuego. Le parece que la declaración de ETA es "de manual" y que sólo cuando se compruebe que no existe "una sola amenaza, un solo cajero, un solo contenedor ardiendo" se podrá hablar de tregua.

Todos los policías vascos han venido recibiendo constantemente recuerdos sobre las medidas de seguridad que debían adoptar. Las pautas de actuación para minimizar riesgos les han mantenido alerta. "Ha sido una especie de estrés positivo. De alguna forma, al recordarte que debías tomar precauciones, te imponías una especial disciplina", explica Aitor que admite que, ahora, "igual se baja la guardia". "Supongo que es algo muy humano por lo que vamos a pasar", agrega.

Efectos laborales

El portavoz de ERNE, el sindicato independiente de la Ertzaintza, Roberto Seijo, piensa que el alto el fuego va a tener a medio plazo consecuencias profesionales: "Cuando todo se normalice, dispondremos de muchos más agentes para trabajar en la seguridad pública". Supone que muchos de los que prestan servicio de escoltas y parte de los que se ocupan en labores de sobreprotección para la propia Ertzaintza, "se podrán incorporar a destinos en la calle o en otros servicios".

Los ertzainas no ocultan que el miedo y la presión han favorecido el absentismo. Seijo reconoce que se ha alcanzado hasta un 15% en la plantilla de seguridad ciudadana: "Se trata de un porcentaje alto. Estamos hablando de entre 500 y 600 personas en absentismo continuado". Aventura que, a partir de ahora, estas cifras pueden bajar de forma notable.

Pero auguran que nada ocurrirá de hoy para mañana. Recuerdan que las críticas más ácidas de los últimos días pronunciadas por portavoces de la izquierda aberzale se han dirigido contra la actuación de la Ertzaintza en concentraciones y manifestaciones. "Nos han tenido muchas ganas. Hasta ayer mismo nos han insultado en la calle. Por eso desconfiamos. Por eso tenemos preocupación, y también porque no nos olvidamos que otras treguas han acabado en fracaso. No queremos amargarnos; sólo somos realistas", apunta Iñaki.

Julen, Aitor y Roberto evitan cualquier valoración política. Pero tienen muy claro cuándo darán por seguro que el alto el fuego no tiene vuelta atrás: "Sólo cuando ETA ponga fecha a la entrega de las armas nos lo creeremos de verdad. Será ese el momento para decir que esta pesadilla ha terminado".

De momento, continuarán a la expectativa. Están contentos, pero no confiados.